sábado, 21 de agosto de 2021

Tomo 1 parte 1 Sulema

 Amor para todos los míos, Jesús Volumen 1 Por La hija del sí a Jesús Les Éditions FJ * * * Libro editado (en francés) en Sherbrooke, Canadá, el 2 de Agosto de 2002 y la presente versión ha sido traducida al español por Sabino y Sulema Alas * * * NOTA PRELIMINAR (derechos de autor) Según el deseo de Jesús — manifestado a través de su instrumento La Hija del Sí a Jesús —, este documento ha sido gratuitamente puesto a la disposición de toda persona interesada, permaneciendo protegido siempre conforme a la Ley sobre los derechos de autor. Se puede leer directamente en la computadora o hacerse copias, con la condición expresa que no se utilice con fines comerciales y que no se cambie en absoluto su texto, comprendiendo en ello la puntuación. * * * 2 En testimonio de respeto y de obediencia con relación al decreto del Soberano Pontífice Urbano VIII, declaramos no atribuir a los hechos narrados en este libro que la fe que merece todo testimonio humano. Declaramos igualmente que los juicios expresados no involucran en absoluto a los de la Santa Madre Iglesia a quien se somete devotamente la autora. AGRADECIMIENTOS A todos aquellos que han participado en esta obra de Dios, porque es Él quien tiene la gran alegría de haber terminado este libro. ¡Que todo su ser esté lleno de reconocimiento! Frutos de amor les serán dados en abundancia. Tendrá cada uno de ustedes una multiplicación de gracias que daré a todos mis hijos. Estén conmigo, mis amores. Yo soy el Infinito. Gracias a ustedes, mis bondadosos hijos: Nathalie, Nicole, Raymond, Jean-Claude, Micheline, Robert, Agathe, Monique, Francine y tú, mi bondadosa hija del sí a Jesús, a quien he permitido que firme este libro. Gracias a todos mis hijos que han ayudado a la corrección de este primer libro, en particular a los que han contribuido por medio de sus oraciones. Gracias a ustedes, mis bienamados que leerán estas líneas de amor, ustedes que son míos, Dios de amor. ¡Cómo los amo! Dios tres veces santo. Amen. PREFACIO I «Mira que estoy a la puerta y llamo.» (Ap 3, 20) Estas palabras son para nosotros una invitación a estar atentos. Tauler, un antiguo autor espiritual, comentaba este texto del Apocalipsis: «La mayoría de veces no lo oímos porque raramente estamos en nuestro interior.» Nos toca a nosotros entonces aprender de nuevo a tomar el camino de nuestro propio corazón, para encontrar allí esta presencia amorosa que es paz, amor, dulzura, alegría, ternura; tantas palabras para traducir los dones del Espíritu. Desgraciadamente, ¿acaso no somos demasiado olvidadizos de esta realidad maravillosa? Una presencia nos habita que nos llama a “renacer”, como se lo dijo a Nicodemo. (Jn 3, 3). 3 Renacer, convertirnos por Él, que no nos pide sino acogerle con nuestro pobre sí . ¿Pues, no es él “el Dios que perdona, sana, salva, corona de amor y de ternura”? (Sal 103). Todos nosotros estamos llamados a ser testigos vivientes de este Dios que nos habita. ¿Es que somos demasiado olvidadizos de nuestra vocación? El Señor no olvida. Es por esto que en este tiempo que es el nuestro, suscita tantos testigos profundamente impregnados por Él, que nos vienen a recordar lo esencial del Evangelio. Una mujer de nuestro entorno, testigo privilegiado, nos da su experiencia con el Señor a través de estas páginas con sabor evangélico. Podríamos nosotros reconocer con ella este Dios que nos invita constantemente a partir, como Abraham, “hacia este país que yo te mostraré”. (Gn 12, 1). P. Réginald Tardif C.ss.r. PREFACIO II Es en mi sacerdocio que he dejado hablar mi corazón. Esta hija está en relación conmigo para cumplir la voluntad de Dios. He hecho lo que mi corazón me ha inspirado. Asisto a esta hija para que su espiritualidad escuche a Dios y no a los hombres. Mi función como sacerdote, es de sostenerla para que su corazón esté vinculado al que se dió por el mundo. Ella se me presenta como hija sincera y verdadera. Estoy con ella porque creo que Dios así lo quiere. Es dentro de mi sinceridad que doy testimonio que esta hija llamada Francine ha sido elegida por la voluntad de Dios, para transmitir estos mensajes. Soy su acompañante espiritual para que su alma sea lo que Dios espera de ella. Todo sacerdote se debe a las almas que Dios le ha confiado. Clément Provencher, Presbo NOTA Para unirnos en su amor, la Trinidad nos habla de la hija de su elección. La “Hija del Sí a Jesús” escribe sobre Dios, por Dios, con Dios. Ella proviene de una familia católica que observa las leyes del amor. Nosotros la Trinidad, hemos 4 derramado en ella las gracias del amor. Ella es respetuosa con su prójimo. Ella es casada con Maurice, el hombre que nosotros mismos hemos elegido para ella. Ha procreado tres hijos que los ha educado con amor. En varias ocasiones, le hemos manifestado nuestra Presencia en la comunión. Ella ha sentido los beneficios. Esto ha sido nuestra Voluntad. Ella ha tenido visiones en sus sueños sin saber lo que éstos significaban. Estas manifestaciones han sido queridas por nosotros para el cumplimiento de nuestra obra de amor. En 1998, María, la Madre de ustedes, la cubrió de su amor maternal manifestándose por los olores de rosas y de flores del jardín de su Corazón. Y esto, en varias ocasiones. Su sed de conocer a Jesús Amor, la hace descubrir el amor de Dios Padre y el amor de Dios Espíritu Santo. Ella se deja invadir por nuestra Presencia que se manifiesta en sus oraciones. Cuando ella reza, ella vive en éxtasis de amor que no puede explicar, pues es incapaz de comprender nuestra Voluntad. Todo su ser entra en alegría y, aún si ella resiente esta alegría, una pena se instala en ella dándole una sed de amor para ayudar a Jesús crucificado. Todo su ser se abandona a nuestra Voluntad. Ella aprende a vivir en la Divina Voluntad. Para que todas sus acciones produzcan frutos de amor, ella se entrega a nosotros, la Trinidad. Ella vive en Jesús, actúa en Jesús y aprende a abandonarse en su amor. Desde enero de 2001, Francine oye con discernimiento las voces de Jesús, de María y de su ángel, por medio del Espíritu Santo que la cubre con su Presencia. Ella recibe lecciones de amor de María que le enseña a obedecer a nuestra Voluntad. Jesús le pide de escribir; ella obedece sin saber a dónde la llevará esto. Toda ella se abandona en la Divina Voluntad. Ella es habitada por nosotros, la Trinidad. Nosotros le enseñamos que ella está en nosotros, que nosotros estamos en ella, y que ustedes que están en nosotros, también están en ella. Conforme a nuestra Voluntad, ella escucha las voces de nuestros hijos que están en ella. Somos nosotros que lo queremos. Toda su persona obedece a nuestra Voluntad. Ustedes, hijos míos, por medio de la Hija del Sí a Jesús, sepan que los queremos. Esta hija ha pronunciado su sí al Amor. Ella ha llorado sobre sus faltas y las de ustedes hacia nosotros, la Trinidad, y hacia María su Madre. Somos nosotros que hemos hecho de ella lo que es, para hacerles conocer nuestra Voluntad. Por medio de esta hija, escribimos lecciones de amor que los preparan a la venida de Jesús entre ustedes, en ustedes. Ella ha gritado muy fuerte con el fin de que Jesús venga a este mundo. Hemos escuchado su grito que venía de su sí al Amor. Hijos míos, hemos preparado a esta hija para este momento, aún antes de que ella estuviera en el seno de su madre terrestre. Toda ella es nuestra obra. Mis hijos bondadosos aprendan que ustedes son nuestra obra. Por medio de su sí, queremos hacer de ustedes hijos de amor para el Amor. Hijos míos, los amamos. Nosotros, la 5 Trinidad, les pedimos si ustedes quieren vivir en Dios por su propio sí al Amor. Aprendan y comprendan que ustedes son amados por nosotros. Anda, hija mía, eso ya está realizado en la Divina Voluntad. Todo está preparado para ellos en la Voluntad de Dios Trinitario. Amen. ADVERTENCIA A petición de Jesús (que me ha sido manifestada a través de la Hija del Sí a Jesús) escribo las líneas que siguen. Conocí a la Hija del Sí a Jesús hace más o menos tres meses. A continuación de ciertas peripecias, se me solicitó de hacer la corrección, la compaginación y la impresión del presente libro (teniendo en cuenta mi experiencia en este campo y mi disponibilidad). He aceptado esta responsabilidad después de haberle pedido y recibido muchas “confirmaciones” de parte del Señor. Tal como se menciona en otra parte en este libro, estos textos fueron dictados palabra por palabra a la Hija del Sí a Jesús (por locuciones interiores) por Jesús principalmente, y también por Dios Padre, el Espíritu Santo, y la Virgen María, etc. . Las palabras que la Hija del Sí a Jesús recibe, las escribe ella misma directamente sobre papel o las graba en cassette en la medida en que ella las recibe. Luego son puestas en el computador por ella misma o por medio de benévolos. Más tarde estos textos me son entregados. Según la Voluntad de Jesús, tengo por función sugerir las mejoras de la fraseología y en la elección de términos (en colaboración con los otros miembros del equipo). Estas sugerencias son sometidas de una manera obligatoria a los “autores” (Jesús, Dios Padre, etc.) a través de la Hija del Sí a Jesús, para su aprobación. Estas sugerencias no son automáticamente aceptadas, créanme. Como se puede observar, el “estilo” de estos escritos es bastante particular, por no decir desconcertante, sobre todo al principio. Después de un largo y penible progreso interior, terminé por comprender claramente que las “voces celestes escogieron para dirigirse a la Hija del Sí a Jesús en el lenguaje propio de ella (muy simple y correspondiente a su breve formación escolar). No nos debe de extrañar entonces de ciertas palabras o formas de frases no conformes al uso académico normal. Nos hemos esforzado (los miembros del equipo) a respetar este “estilo” particular (muy bueno al final de cuentas) sugiriéndose en la mayor parte de casos el mejoramiento a la claridad de textos. Muchas veces, bastaba con preguntar a la Hija del Sí a Jesús que nos aclarara ciertas expresiones, lo que hacía con mucha facilidad y convicción. A veces, los “autores” (Jesús, Dios Padre, etc.) daban ellos mismos las explicaciones por boca de la Hija del Sí a Jesús. De ahí vienen las numerosas notas explicativas. 6 Termino subrayando que “trabajar” con la Hija del Sí a Jesús, es muy meritorio, dada su simplicidad, su humildad, su dulzura y el amor del Señor que irradia en toda su persona. También señalo que la formación escolar limitada no causa problemas en absoluto a la gran vivacidad de espíritu con la cual el Señor la ha dotado. Un miembro del equipo PRÓLOGO Amor para todos los míos. Mis bienamados, los amo. Amen al Amor. ¡Cómo es bueno el amor de su Dios para cada uno de ustedes! Todo mi Ser está inclinado hacia ustedes, hijos míos. Permanezcan en mí, hagan todo en mi nombre. ¿Por qué estos escritos, si hay tantos otros? Hijos míos, es para decirles que mi Corazón está abierto para cada uno de ustedes. Mientras mi Sangre corra, habrá escritos que les recordará mi amor por cada uno de ustedes. Los quiero, hijos de mi amor. Soy Jesús en cada uno de ustedes. Amen. * * * * * * * A mis hijos que lean este libro, los bendigo. Deposito en ustedes mi Espíritu de amor para que sepan que estoy presente en cada uno de ustedes por medio de la Hija del Sí a Jesús. Los quiero, hijos míos. Muy grande es mi alegría cuando veo aunque sea un solo hijo que me escucha. Hijos míos, cuando lean estas líneas, realizarán un acto de amor según mi Voluntad, ustedes llenan mi interior con su presencia para mi gloria. Es por su sí al Amor que ustedes están en mí. Por mí, ustedes están en todos mis hijos. Por cada palabra que leerán les serán acordadas gracias de abandono a ustedes y a todos mis hijos dentro de la Voluntad del Padre. Hijos míos, sean seres de luz; guíen a mis hijos hacia la luz que brilla en ustedes. Soy el Amor de todo su ser. Ustedes viven en mí, hijos míos. Los quiero. El Amor los bendice. Amen. Jesús, su Salvador. Una alma amorosa se entrega por amor para el Amor. Hijos míos, cuando lean estas líneas, los incito de hacerlo con fe y abandono en el amor de un Dios para con todos sus hijos. 7 Hijos míos, soy Jesús Amor. Me entregué en la cruz para cada uno de ustedes. Son ustedes mis elegidos. Un mundo de maldad se arraiga; el mal se introduce en ustedes. Están en vías de destruirse totalmente. Hijos míos, vengan a mí. Yo grito en sus desiertos. Cuando uno sólo me grita entre ustedes, yo salgo a su búsqueda, tomo su alma en mis manos y la coloco en mi Corazón abierto para llevarlo a mi Padre del Cielo. Sí, hijos míos, he oído el grito desgarrador de mi santa hija que clamaba con todos sus pulmones: «Padre, te lo pido, envía a tu Hijo, nuestro Jesús, a la tierra. Queremos que venga enseguida, tenemos demasiado mal, ya no queremos seguir así. Te quiero Papá, oye a tu hijita que te grita». Hijos míos, no puedo resistir este grito de angustia: Ella los lleva a todos en su interior, hijos mios. Este grito lo ha hecho en la Divina Voluntad. Yo he gritado a mi Padre: «Padre, mira estos hijos, me suplican de ir hacia ellos.» Mi venida será muy pronto. Mi Padre ha dicho sí al Amor. Nadie puede pronunicar su sí sin que el Amor no reaccione. Nosotros, la Trinidad, nos hemos alegrado mucho por ese grito pronunciado con tanto abandono. Ella lo hizo con todo el amor de una hija hacia su Padre que sabe lo que él tiene que hacer. Yo he preparado su alma, su corazón y su cuerpo a este abandono. Es con este sí al Amor que yo, Dios Padre, he pronunciado mi decisión de amor para que así se haga. Su esposo (Maurice), en el sufrimiento de su corazón, pronunció su sí en un acto de abandono al Amor que todo en él se volvió amor. Al instante yo, Jesús, le he mostrado el sí de mi hija, su sí común se convirtió en un sí de amor al Amor y para el Amor. Solamente yo, Jesús, podía llenar estos seres de mi amor. El amor vino a vivir en Maurice al hospital y ese amor naciente ha sido el abandono más bello que el Amor ha recibido de un ser de amor. Desde el instante de su ofrenda de amor al Amor, se transformó en tanto amor que su corazón se abrió para dejar pasar el amor. Es en este amor que ha vivido el alma de Maurice y que vive para la eternidad. Maurice ha conocido al Amor. El Amor vino a visitar al amor y el amor del Amor se dió a la vida. Mi Vida eterna se convirtió en su vida. Así es mi poder. Soy el único amor de cada uno de ustedes. Los quiero. Mis hijos, ustedes que leen el Amor, vengan a mí; yo, el Amor, yo estoy en cada uno de ustedes. Jesús Amor. Amen. * * * * * * * 8 Yo soy la Divina Voluntad; por su sí al Amor ustedes realizan nuestra Voluntad. Hijos míos, estos escritos les enseñan el poder de todo mi Ser. Todo lo que está en mí está fuera del tiempo. Yo soy el principio y el fin. Yo contengo todo. Esta hija está en mí; ella vive en mí desde siempre. Todo lo que ella vive pasa por mí. Soy Yo quien la hago escribir lo que ella ha vivido en sus visiones. Yo soy el omnipresente. Vivo en ustedes, conozco todo lo de ustedes, aún los acontecimientos que han vivido y que, actualmente, ya no los recuerdan más. Yo, Dios, que conoce todo, le recuerdo a ella las fechas exactas en que eso se produjo. Anda, hija mía, que todo viene de mí. Es por la gloria del Padre de ustedes, que viven hijos míos. Los quiero. Jesús Amor. 9 1 – 13 de septiembre de 1985 Jesús Un grito en la noche. La Hija del sí a Jesús (en la Divina Voluntad)1: En la noche, un grito que oí en un sueño me despierta. Estoy llorando. ¡Esa voz y esas palabras! ¡Todo es tan real! Me veo en una gran superficie de tierra semejante a un campo de cultivo; no hay plantas grandes. En el centro, una verja blanca y, en el medio, una cruz. Lloro ante esta cruz. Oigo un grito muy fuerte, una voz de hombre con una gran tristeza. Estas palabras, jamás las he olvidado. Mi hija Caroline las ha escrito y las puso en mi Biblia. Esta voz gritaba: « He gritado mi dolor sobre los techos, pero nadie lo comprende por lo inmenso que es.» * * * * * * * Jesús: Mi amor, te quiero. Yo estoy en ti; tú, tú estás en mí. ¡Cómo te quiero! Yo estoy en ti, mi querida hija. Este grito que has oído, era de mí, tu Enamorado. Te he gritado mi angustia. Te he gritado tan fuerte que me has oído. Estas palabras han sido gravadas en tu corazón. Están impresas en él, mi bienamada, para hacerte descubrir todo mi amor por ti y por todos mis hijos. Sí, hijos míos, he gritado tan fuerte mi angustia que todo mi ser ha vibrado. Un gran temblor se ha hecho sentir en cada uno de ustedes; nadie ha comprendido este grito de angustia. Ha sido de tanta tristeza que me puse a llorar tanto porque ninguno de ustedes me ha oído. ¡Ah mis queridos hijos!, ¿por qué tanta indiferencia hacia mí, Jesús crucificado? Yo he muerto por cada uno de ustedes. Ámenme, hijos míos. Yo les grito de nuevo. Amen al que se ha entregado para darles la vida, que no termina. Los quiero. Amen. 2 – 1o. de noviembre de 1985 Jesús Lo que has visto, es mi Voluntad. Jesús. Este sueño, hija mía, te hizo ver lo que nosotros, la Divina Voluntad, hemos querido hacerte vivir en nosotros, la Trinidad. Todo pasa en ti por nosotros. Sólo nosotros somos la Voluntad, no ustedes, hijos míos. Todo viene de nosotros. Yo soy Jesús, quien está en ti; tú, hija mía, tú estás en mí. Tu sueño es nuestra Voluntad. Escribe este sueño que solamente yo conozco, hija mía. 1. Explicación dada por Jesús: «Mi hija escucha estas palabras en ella misma.» 10 La Hija del Sí a Jesús (en la Divina Voluntad): Salgo de mi casa, atravieso la verja de madera blanca. Mi padre quien murió en 1979, está conmigo. Estamos de prisa, hay que ir a alguna parte, no sé dónde. Todo se precipita, está muy oscuro, no es de día. Miro hacia el cielo, no existe. Es como si el universo se ha desencadenado. Hay nubes rojas jamás vistas así. Es difícil de describirlas. Estas nubes se desplazan muy rápido. Otras son de color amarillo anaranjado y rojas (colores de fuego), que van en sentido contrario. Tengo la impresión que vivo una catástrofe. La tierra se abre, estoy al borde de un abismo. La tierra se estrecha y no veo más al lado mío, todo está oscuro. De repente, me encuentro con las gentes a la orilla del mar. Lo que queda de la tierra es muy poco. Corro hacia el mar para ir a buscar las personas sobrevivientes. Tiendo la mano para ayudar a una persona a salir del agua: ¡es mi hermano! Tengo mucho dolor. En la orilla constato que no somos muchos. Me despierto. Era tan real que me acuerdo de todo, en especial del cielo, si lo puedo llamar así. * * * * * * * Jesús. Hija mía, esta visión describe el final de este mundo sin amor, este mundo de tinieblas. Ahora todo está allí. Por mi santa Voluntad, tú has visto que este tiempo se termina. Ese cielo de color es mi santa Voluntad. Todo estará perturbado: las estaciones cambiarán, los árboles, las plantas, los ríos y las aguas serán cubiertas por mis mares. La tierra se abrirá, habrá lamentaciones, llantos dramáticos. Tratarán de esconderse. Nada podrá detener lo que viene. Nadie podrá estar al abrigo sino vienen hacia mí, Jesús Amor. Yo los guiaré hacia mi tierra santa. Tú has visto lo que va a pasar. Estos colores, es el fuego de la purificación. La tierra abierta, es el infierno. Estos llantos, estos gritos, estos miedos, son mis hijos que han rechazado venir a mí. El agua, es la tierra que será renovada por mi santa Voluntad. Pocos, sí, muy pocos serán salvados 2. Las tristezas, son tus llantos por los que rechazan de escuchar mi santa voz en sus conciencias. La ribera, son los que han escogido venir hacia mí. Tu mano extendida, soy yo, hija mía, que los llevo hacia mi Padre del cielo. Es mi santa Voluntad en ellos que los hace avanzar hacia la Tierra Prometida. Hija mía, imprime estos sueños. Es la luz. Te amo. Anda, no te inquietes. Tú serás ayudada por tu ortografía. Amen. 2. Explicación dada por Jesús: «Los que dirán sí a mi Voluntad serán salvados.» 11 3 – Año 2000, primavera Jesús misericordioso Cuando estarán en mí, descubrirán mi Presencia. Jesús: Hija mía, mira tu presencia en mí. Estoy tan enamorado de ti. ¡Ah mis hijos, cómo los quiero! Estoy ansioso de verlos, mis amados hijos. Hija mía, escribe este sueño. La Hija del Sí a Jesús (en la Divina Voluntad): Yo estoy en presencia de Jesús. Estas palabras me han sido dictadas por Jesús, quien me recuerda un sueño pasado3. Jesús: Hija mía, te quiero, tú que te entregas. En tu sueño, estás sentada en una pieza, y tú juegas a “saber quién tendrá que tomar la palabra”. Tú estás al frente de las personas que te escuchan. Ellas oyen tus palabras que hablan de mí, pero no quieren prestar atención. Tú estás triste por ellas, no por ti. Tú estás tranquila. Tú cambias de habitación. Hay personas que quieren escucharte, pero no ponen en práctica tus palabras. Tú les ayudas, pero ellas no hacen esfuerzo; tú no insistes más. Tú les ayudas a hacer sus trabajos que consisten en hacer entrar un objeto en su armario. Mis hijos están tristes; ellos no comprenden por qué tú te vas a otro lugar. Hay varias personas en un estrado. Es alto. Tú te encuentras entre ellas. Ellas están felices juntas. Ustedes esperan que la ceremonia comience. Una señora bonita, que ves por detrás, está al borde de la barandilla. Ella es muy elegante en su 3. Sobre una serie de preguntas concernientes al relato de este sueño (y de otros), Jesús por la boca de la “Hija del Sí a Jesús”, nos dice lo que sigue: Estos relatos, hijos míos, describen las visiones que les aporta la claridad sobre mis designios de amor para ustedes. Vivo en ustedes. Existo en ustedes. Ustedes son parte de mí. Ninguno de ustedes existe fuera de mí. Todo lo que hagan o digan exterior o interiormente, Yo, Jesús, lo sé. Yo soy la Vida de su vida. Yo, que estoy en cada uno de ustedes, siento lo que es bueno en ustedes, lo mismo lo que no es bueno. Yo sé todo de ustedes. Si ustedes me entregan todo, Yo, que estoy en ustedes, les doy las gracias de amor para que ustedes se conviertan en amor. Yo soy el Amor, el Amor está en ustedes. Les doy a conocer lo que hay en esta hija. Ella ha vivido estos sueños en el pasado. Para ustedes, hijos míos, he querido recordarle a ella estas visiones para hacerles parte de mis actuaciones de amor hacia ustedes. Ustedes leen lo que yo le he dictado. Ustedes son testigos de lo que ella ha vivido en un lapso de tiempo escogido por nosotros, la Divinidad. Todo en nosotros es Luz. Todo en nosotros es Vida. Miren, hijos míos, cuánto los quiero. A cada uno de ustedes, quiero mostrarles que sólo aquellos que se dan al Amor se convierten en amor por medio de la Trinidad de amor. Soy Jesús todopoderoso. La he hecho vivir estos sueños, estas visiones, uniendo lo vivido. Vengan, hijos míos, a participar de estos instantes de amor que les van a dar las gracias de amor. Los quiero tiernamente hijos míos. Amen. Jesús 12 posición; toda ella te parece pura. Su vestido es blanco, muy blanco. Tres cintas atadas a su vestido cuelgan delante de ella y descienden hasta el primer piso. Hay gentes abajo; esperan que la señora bonita hable. Entre ellas están tres hombres que parecen ser gentes importantes, forman parte de la ceremonia. Pero tú sabes que ellos no son buenos, pues quieren hacer caer a la señora bonita tirándola por las cintas sujetas a su vestido. Ellos toman las cintas y las halan. La señora hace fracasar el complot y las cintas se sueltan sin que se perciba un solo movimiento de su parte. Ellos son expulsados de la ceremonia. Ustedes están muy felices, alegres cuando la ceremonia comienza. Te despiertas con el corazón feliz diciéndote “Ella era tan bonita, aún si no la he visto de frente; su presencia me llenaba de alegría.” Quiero, hija mía, que escribas lo que te dicto con un gran abandono al Amor. Escribe estas palabras para mis hijos: “Mis amores, todo esto es para hacerlos crecer. Todo en mí es amor. Hijos míos, estas palabras son para cada uno de ustedes. Mís queridos hijos, los quiero. Ámenme, yo soy el Amor. El Amor los quiere.” * * * * * * * Jesús: Hija mía, yo, tu Jesús Amor, te digo que este sueño era una visión. Son los hijos aferrados en sus ocupaciones. Ellos se dan cuenta del cambio a su alrededor y cierran los ojos. No obstante las advertencias continuas de mi Santa Madre, su Madre, pero no quieren ver. Muchos van a ver a mi Madre a esos santos lugares. Algunos descubren el abandono en su corazón. Pocos aprovechan. Ellos regresan a sus costumbres. Hijos míos, es su Madre la que está cerca de ustedes. Por mis gracias la ven en ustedes mismos. Ella está allí; ustedes están cerca de ella en sus oraciones. El Maligno, el pérfido Satanás, este vil enemigo, hace todo para impedirles de rezar, hasta mostrarles que el mal existe4 y que ustedes nada pueden hacer contra su poder. Él se cree más fuerte y cree tener ese poder. Pero mi Santa Madre, la dulce Madre de ustedes, utiliza sus oraciones para hacer fracasar las maniobras de Satanás. Ella distribuye para ustedes las gracias de amor. Todo está ya en su lugar para mi venida. Yo los quiero, Jesús Amor, por su abandono al Amor. Hijos míos, ámense los unos a los otros. Su Jesús Amor viene a decirles que el amor de ustedes consuela su Corazón, este Corazón de misericordia para cada uno de ustedes. Yo les he dicho: “Quien cree en mí tiene la vida eterna”. Te amo, hija mía. Amen. 4. Explicación dada por Jesús: “Él ha llegado a recomendar el mal en todas partes. Él se los muestra, como por ejemplo los abortos y la sexualidad, que hacen de ustedes hijos esclavos, y cuántas otras cosas, hijos míos. Ustedes realizan que el mal existe, pues Satanás no se esconde más. Él se muestra al mundo, él se rie de ustedes, él les tiene en sus redes. “ 13 4 – 1o. de enero de 2001 Jesús – EL Espíritu Santo – María El Espíritu Santo te bendice. Jesús: Yo, Jesús, te he pedido escribir. La primera vez que tú has escuchado la voz de tu Mamá María, fue la noche en que tus manos transpiraban aceite. Por Voluntad nuestra, este aceite, con el cual tú te bendeciste, se derramó en toda la superficie de tus manos. Este aceite abundante significaba nuestra Voluntad. Nosotros, la Divina Voluntad, por esta unción, te hemos ungido con nuestra Presencia. En la noche, tú has escuchado la dulce voz de tu Mamá y tu alegría fue muy grande. Con timidez, has encendido tu lámpara y constatado que tus manos estaban todavía cubiertas de nuestro aceite. Hija mía, fue nuestra Voluntad de manifestarte nuestra Presencia en ti. Te quiero. Escribe, hija mía, para demostrar a mis queridos hijos que su Jesús los quiere y que te he escogido para hacerles conocer el amor que tengo para ellos. Lo que escribes por Mí, es la explicación de esta manifestación en tus manos el día en que María, tu Madre, te habló por la primera vez. * * * * * * * La hija del Sí a Jesús (en la Divina Voluntad): No puedo describirla exactamente. Ella está presente en mí desde mi tierna infancia. Ella me ha guiado sin que yo sepa cómo. Mi dulce Mamá siempre está conmigo. Yo la quiero. Yo soy de María. María: “Tu dulce Mamá te habla. Hija mía, soy la Mamá de la Divina Voluntad. Todo en mí es obediencia a la Voluntad de Dios. Sé como tu Mamá. Es la Divina Voluntad que quiere que tú puedas oir mi voz desde la noche en que tus manos fueron cubiertas de aceite. Este aceite, querido por Dios, te ha bendecido. Es por esta unción que el Espíritu Santo ha puesto en ti la voz de tu Mamá María.” El Espíritu Santo: Tú estás en la Divina Voluntad. Cuando, en la noche, tu Mamá te dijo dulcemente de encender tu lámpara y de ver tus manos, fue para manifestarte la presencia de nuestra Voluntad en ti. Soy Yo, el Espíritu Santo, que te descubre estas cosas para decirte que estoy en ti. Tú eres mi pequeña hija que quiero. La voz de María está presente en ti. Es mi Voluntad de hacerte escuchar también aquellos que te hablan. Es nuestra Voluntad. Tú has sido elegida por nosotros, hija mía; tú eres nuestra hija de la Divina Voluntad para la gloria de Dios. Jesús te habla para salvar el mundo en peligro. Tú te has dado a nosotros, para nosotros. Te quiero hija mía. Quédate con nosotros. El Espíritu Santo te bendice. Amen. 14 * * * * * * * Palabras de amor para ustedes. Jesús: Este escrito5 que quieres guardar para rezar el rosario y que se refiere a los misterios dolorosos, entrégalo a mis hijos. También es para ellos. Te lo he mostrado y diles estos escenarios. Tú sabes, que todo tiene que ser publicado para que cada hijo viva en mí. Ya ves mi dulzura, hay almas que serán salvadas por las gracias que se unen a estas palabras de amor. Es un ramo de amor que les ofrezco, para que todos estén en mi jardín de amor. Te quiero, mi dulzura. Dáselos, mi querida hija, dáselos. Te quiero. Amen. 5 – 14 de enero de 2001 Jesús Mi Pasión es para ustedes. El Amor se ofreció a Dios Padre para salvarlos. La Agonía de Jesús en Getsemaní. Me retiro al Jardín de los Olivos con Pedro, Juan y Santiago. Me alejo un poco de ellos. Y luego rezo: “Padre, perdónalos, no saben lo que hacen”. Pedro, tú duermes, tú no has velado conmigo. Ora para no caer en la tentación. Hijos míos, los que no oran caen en la trampa del demonio; él los incita a la cólera contra sus hermanos. Ustedes son unos títeres entre sus manos. Ustedes que rezan, son los que el ángel me ha mostrado para consolarme. Hijos míos, recen, pues la carne es débil. La Flagelación. Estoy ante Pilatos. Él da la orden a sus soldados de flagelarme. Satanás los excita. ¡Su cólera es tan grande! Ellos me cubren de golpes. Hijos míos, son sus cóleras, sus actos contra el prójimo que he sufrido. ¿Saben que a cada vez que ustedes dan golpes contra aquellos que les desean el mal, como actos contraproducentes, esto les regresan a ustedes mismos? Es su tributo. Sean bondadosos, sean ejemplares. La Coronación de espinas. Están cansados de flagelarme. Fabricaron una corona con cañas de espinas. Con garrotes me hacen penetrar esta corona en la cabeza hasta los huesos. Hijos míos, sus palabras de cólera contra el prójimo son como el eco del infierno que resuena en ustedes, mis hijos coléricos. Los que sufren su cólera se alejan de ustedes para no continuar su conversación agitada. Ustedes que están en ese campo de acción, oyen estos gritos. Entréguenme estos hijos, son míos; yo estoy en ellos. Los quiero, hijos míos. Acercándose a mí, guarden silencio en su interior. 5. Ver a continuación, el 14 de enero de 2001. 15 Jesús Carga la Cruz. Luisa Piccarreta mira por la ventana.6 Hay un ruido. Soy Yo quien pasa. Cargo con mi cruz. Nuestras miradas se encuentran: miradas de compasión y de amor. ¡Ah esas miradas de cólera que acosan a su prójimo hasta quererlo destruir para dominarlo! Hijos míos, mírense con compasión y amor. La Crucificción. Oye los golpes de martillo que pegan en los clavos que hacen penetrar en mi cuerpo. Hijos míos, estos son los gritos de los hijos coléricos que resuenan en las bóvedas del infierno para perturbarlos. Hijos míos, sean bondadosos para que sus gritos resuenen hasta el Cielo. * * * * * * * Mi Agonía y ustedes. Hija mía, tú estás en mi Presencia. Yo estoy en ti. Guarda estas palabras en ti y escríbelas en esas hojas. Marcarán el corazón de mis hijos elegidos, para que sepan lo que me hacen. Estoy en el Jardín de los Olivos, en Getsemaní. Es la noche de mi Agonía. Todo en mí es sufrimiento. Hija mía, quédate conmigo, ¡tengo tanto dolor! Escucho los gritos de lejos. Vienen a buscarme. Mis apóstoles están dormidos; ellos no se quedaron a orar conmigo. Hija mía, la carne es débil sin la oración. La oración obstaculiza la debilidad del mal. Todo mi Ser grita: “Padre, perdónalos, no saben que su debilidad los vuelve tan vulnerables.” Quiero, hija mia, que estés conmigo. ¡Oh, cuántos están aquí para orar conmigo! Ellos me consuelan. Ustedes, hijos míos, vean cómo sus oraciones me ayudan a pasar estos instantes tan dolorosos. Ustedes estarán conmigo en el Paraíso, hijos míos. Mis pequeños amores, quédense conmigo. Yo sufro. Todas estas gentes que están a mi alrededor me quieren el mal. Ellos me insultan. Son tan violentos. Me golpean con sus puños. Están desenfrenados. Ellos me quieren hacer tanto mal. ¡Ellos quieren destruirme! No solamente a mí, sino a todos los que estan conmigo: ustedes, hijos míos. El infierno se ha reunido para destruirnos, a ustedes y a mí. Yo me muestro fuerte para ustedes. No quiero que los destruyan; son tan perversos; tienen un odio implacable. Hijos míos, vengan, ustedes que tienen miedo de ellos; ¡yo, yo los protejo! Yo les presento todo mi Ser para que ellos sacien su odio. ¡Ah, mis hijos!, ¡cómo es de grande su amor para mí, ustedes que me aman no obstante todas las heridas que me desfiguran! ¡Tengo mi cuerpo tan adolorido! Estoy de pie para que ellos no los destruyan por sus gestos de odio desencadenado 6. Hace referencia a lo que vivió la mística Luisa Piccarreta a la edad de 13 años en la casa paternal. 16 contra mí y contra ustedes, mi Iglesia. Los quiero. ¡Ámenme, yo que me ofrezco continuamente para protegerlos de los latigazos que flagelan mi Cuerpo Místico. Mis queridos hijos, he aquí que viene el momento de mi Reino. ¡No todos saben cuán grande es mi poder! Este mundo es un mundo de ignorancia. Ustedes que viven en este mundo donde todo no es más que apariencia, ¿no ven que todo es para mí, Jesús, el Rey de Reyes? He venido a este mundo para recuperar lo que me pertenece: mi Reino. Hijos míos, ustedes son mi Reino. Cuando ellos me pusieron la corona de espinas, era su corona formada por sus sufrimientos; ellos la empaparon en las llagas de mi cabeza, para que cada hijo que me ofrece sus sufrimientos sea un testigo de amor para mí en este mundo. Sí, hijos míos del sufrimiento, ustedes griten a mi Padre: “Papá, estamos cansados de vivir sin el Amor: Que tu reino venga, que tu Voluntad sea hecha.” Hijos míos, los quiero, yo el Amor. Entréguenme su sí al Amor. Su Rey ha ganado con su propia sangre el lugar para ustedes en este Reino. Mis amores, cuántas veces los veo sufrir. Estoy con ustedes. Yo me hice pasar como criminal por ustedes. La humillación y la deshonra no son que aparentes. Hijos míos, no estén avergonzados, yo los quiero en mí. He venido por los peores entre ustedes. Yo los quiero a todos conmigo, sean lo que sean. Entréguenme sus faltas, sus preocupaciones; yo, Jesús, las pondré en la cruz; así yo podré cargarlas con la cruz que está sobre mi espalda desde hace mucho tiempo. Hijos míos, he escuchado sus peticiones; he pasado muy cerca de ustedes. Los he mirado y he visto sus lágrimas. Las he tomado y las he mezclado con las mías, mis queridos, todo está en mí. Ustedes hijos míos formaban este cortejo de hijos muertos por sus pecados. Yo los quiero. Amen a aquel que carga los pecados de ustedes que forman mi cruz. Yo estoy en cada uno de ustedes, ustedes que me blasfeman. Oigo esos juramentos que me dirigen; y los soporto sin decir una palabra para defenderme. Ustedes son tan débiles que corren el riesgo de caer y de no volver a levantarse. Estoy en ustedes, mis hijos débiles. Los llevo a todos en mí mismo. Tengo esa fuerza que a ustedes les falta. Hijos míos, yo que los amo tanto, ¿quieren amarme? ¡Tengo tanto amor para ustedes! Veo venir muchas gentes hacia mí. Ellos me toman sin tener en cuenta mis sufrimientos. Estoy tan débil que ellos están obligados a arrastrarme hacia la cruz. Me depositan duramente, yo, el débil de la tierra, que estoy sin fuerzas. Hijos míos, estas son sus debilidades que cargo. No puedo pedirles que sean fuertes cuando ustedes están en el suelo. Es mi fuerza de amor que los va a levantar. Yo los quiero. ¡Ah hijos míos!, me fijan con clavos sobre esta cruz. ¡Oh cruz dolorosa, cuándo terminarás de lastimarme! Mis manos están clavadas a la cruz del amor. Hijos míos, sus vidas se vuelven prisioneras por sus faltas. No dejen que sus faltas los claven a sus cruces. Entréguenme sus debilidades, yo las clavaré a mi cruz para liberarlos de sus clavos. Los quiero, hijos míos. 17 Sí, hija mía, ellos clavaron mis pies con clavos tan duros que atravesaron mi carne. Yo sentí los clavos. Ellos estaban en mí, en mi carne. Yo los bendije. Hijos míos, miren su carne tan herida por sus debilidades que les impide venir hacia mí. Yo soy aquel que quiere arrancar los clavos que hieren su carne, que los vuelven tan vulnerables ante aquellos que los dañan. Sólo yo puedo ayudarles a soportar estos dolores. No se dejen golpear más por aquellos que quieren hacerles el mal sin venir a buscar mi fuerza que los volverá más fuertes en sus heridas. Soy el Amor que los habita. Vengan a mí, ustedes que son tan débiles. Vengan a mí, entréguenme sus debilidades. Yo, Jesús, a cambio, les daré las fuerzas que sabrán hacer obstáculo a sus faltas de debilidad. Estas debilidades, son sus pecados que los han hecho vulnerables a la debilidad humana, la de siempre herir al otro que les hace daño. Los quiero, hijos míos. Hijos míos que tanto quiero, estoy clavado en una enorme cruz que han metido en la tierra. Yo, Jesús el Crucificado fui elevado sobre la cruz para mostrarles que la cruz es vida en ustedes. Llevar su cruz purifica los pecados que ustedes han cometido. Ustedes no pueden ignorar su cruz. Ustedes mismos la han clavado a sus vidas por sus debilidades y sus faltas. ¡A hijos míos!, ¡cómo les estoy agradecido por vivir en ustedes! Yo me muevo en ustedes, yo, el Viviente. Yo soy la Vida. La he dado para cargar con sus faltas con el fin de que tengan la vida eterna. Vengan, hijos míos. He aquí la muerte que viene a tomarnos, ella quiere llevarnos dentro de su vida mortal en donde el mal es eterno. He dicho a mi Padre del Cielo: “Padre, ¿por qué me has abandonado?” Estos son sus gritos que salieron de mí. Hijos míos tan débiles, ustedes han sentido tanto miedo; ustedes han gritado con toda la fuerza de los pulmones: “No, no queremos, pero sin el Amor ¿cómo podemos decir no a la muerte? Yo he visto la muerte y resistí a ceder. Con todo mi Ser de amor, dije a mi Padre: “Padre, que se haga tu Voluntad y no la mía”. Sí, hijos míos, este grito los ha salvado. Entre nosotros, hemos dicho sí al Amor. Todo se volvió amor para ustedes. Mis queridos hijos, es a ustedes de pedir su liberación. Yo, Jesús, les voy a ayudar. Pídanla y yo la voy a dirigir a mi Padre del Cielo. Ustedes que son tan débiles, entréguenme sus debilidades. Sí, yo los fortaleceré con mi poder de amor. Hija mía, te quiero y te quiero en mí. Jesús crucificado por amor, para el Amor, en el Amor. Amen. 18 6 – 14 de enero de 2001 El Espírito Santo Sus compañeros: sus ángeles de la guarda. El Espíritu Santo: Este escrito fue dictado por mí. Yo estoy en cada uno de ustedes. Esto es para ayudarlos a comprender mi Voluntad. Todos los que viven en la tierra, tienen como compañero celestial a un ángel que los acompaña a lo largo de la existencia en la tierra. Sé testiga, hija mía, escribe bajo mi inspiración. La Hija del Sí a Jesús (en la Divina Voluntad): El siguiente día, después de una jornada de oración y de adoración ante el Santísimo Sacramento, y de alabanzas a nuestra Santa Madre María, me dejé llevar en una entrega a la Divina Voluntad. En mi interior escuché una voz desconcocida. Esta voz dulce y resonante pronunció: Amistica. El Espíritu Santo me inspiró y dije: “¿Eres tú, mi ángel? La voz me respondió: “Sí, yo soy tu ángel de la guarda, es mi nombre.” Yo le dije: “Gracias, ¡qué bonito es tu nombre!” Para tranquilizarme, me propuso de preguntar a mi hermana de pronunciar bien esta palabra Amistica. El me dijo: Esto te permitirá darte cuenta de mi presencia.” Yo le pedí que me explicara más. Me repitió de preguntar de nuevo. Ya no insistí. Me gusta su voz, y desde entonces, la oigo. Gracias, Jesús Amor, Padre Eterno. ¡Cómo son grandes tus medios! Te quiero, Gracias, Espíritu Santo por ayudarme a escribir este relato de mi vida con Dios. 7 – 14 de enero de 2001 Jesús No servir más que a un sólo Amor. Yo te quiero, quiéreme, mi amor. Todo no puede servir que a un solo Amor: el mío, en toda su belleza, su esplendor. ¡Ah, si todos regresaran a mí, sería tan esplendoroso que todo me alegraría grandemente! Te quiero mi ovejita. Anda, te quiero. Amen. 8 – 21 de enero de 2001 El Espíritu Santo El camino hacia mi Nueva Tierra. La Hija del Sí a Jesús (en la Divina Voluntad): Hermanos, hermanas, escribo bajo la inspiración del Espíritu Santo. Me despierto en la noche y lloro. En mi corazón, siento la dulce presencia de María. Yo le digo: “¿Eres tú, María, mi dulce Mamá? ¿Quieres que rece?” En mi interior escucho una voz femenina muy dulce. “Mi querida hijita, te quiero, sé dócil. Mis hijos tienen tanta necesidad de oraciones. Te quiero. Quiero tanto a mis hijos que están en ti. Ruega por ellos. Yo te bendigo. Persígnate en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.” 19 Hago mi signo de la cruz y comienzo a rezar, pero el sueño me impide continuar. Sin darme cuenta, me duermo. Yo sueño que estoy con mi familia en una Iglesia; otras personas están con nosotros. Tengo la impresión que formamos una sola familia y, por tanto, no tenemos los mismos padres. En otro momento, hablo con un joven que tiene necesidad de ayuda. Le hablo de Dios. Las gentes están exasperadas por mis palabras de amor para Dios. Pero no me preocupo de sus comentarios crueles. Enseguida, me veo con el grupo de personas que estaban conmigo en la Iglesia. Ando con ellos en una calle. En nuestro camino, veo las casas que se queman; no veo el fuego, solamente el humo. En la medida en que avanzamos, vemos otras casas con humo. No hay personas en el exterior de estas casas: ¡Curioso! Nuestro grupo aumenta. Me quedo un poco más para mirar, pero rápido me uno al grupo con gran facilidad; tengo la impresión de avanzar con rodos aunque no tengo nada. Ando con el grupo. Hay personas adelante y atrás; somos muchos. Es muy agradable. Nadie habla. Estamos en paz con nosotros mismos. Es como si todos estuviésemos de acuerdo. De repente, oigo un niño que llora; salgo del grupo y me dirijo hacia él. Es un bebé. Lo tomo en mis brazos porque nadie está con él; lo llevo conmigo y las personas del grupo se ocupan también de él. En el camino, vehículos grandes y lujosos interrumpen nuestra marcha. Nos detenemos para verlos pasar. Las gentes en los vehículos están ansiosas, temerosas. Las vemos pasar sin decir nada. Sabemos que les llegará un infortunio. Continuamos nuestro camino. En la ruta, nos detiene una gran cantidad de agua; debemos de atravesar. Avanzamos sin inquietarnos y encontramos embarcaciones para pasar al otro lado. Es con mucha alegría que pasamos la travesía. Nos encontramos con una tierra árida en donde no hay árboles o una planta que crezca. Sin embargo, no nos inquietamos y continuamos siempre. Ya no hay ruta. Sabemos que es necesario avanzar; es como si, en nuestro corazón, supiéramos a dónde ir. Ante nosotros hay una grieta. Nosotros continuamos pues tenemos confianza que, en alguna parte, hay una manera de pasar. Al despertarme, antes de abrir los ojos, digo: “María, te quiero; Jesús de amor, te adoro.” * * * * * * * Allá en donde te envíe, haz conocer mi Voluntad. Mamá María despierta su hija en llanto. ”Mamá, ¿quieres que rece por mis hermanos y hermanas?” – “Sí, hija mía, ruega por ellos, pues tienen tanta necesidad de tus oraciones. Entrégate hija mía, tenemos necesidad de tus oraciones. Todo en nosotros es 20 oración. Entrégate, hija mía. Te bendigo en nombre del Padre, del Hijo, del Espìritu Santo.” Jesús: Por mi poder de paz, tú te reposas en nosotros y ves nuestra Voluntad. Tú estás en nosotros, tú te entregas a nosotros. Muchos hijos en la angustia tienen necesidad de tus oraciones. Ruega por ellos, hija mía. Entrégate, da lo que te hemos dado; otros hijos como tú recibirán de ti lo que te damos por la confianza de tu sí. Tú darás a mis hijos el amor que nosotros te entregamos. Tú encontrarás sombras de resistencia: tú pasarás tu camino. Descubrirás las maldades tan inmundas hacia mí, el Amor. Tú, mi hija, dentro de mi mi Voluntad, pasarás a través de ellas por el Amor. Muchos te seguirán; ellos están para escucharme. Tú eres la voz que ellos dejan oír por mí, conmigo, para mí. Gracias, hija mía, por conducirlos hacia la Nueva Tierra. Yo estoy en ti; tú estás en mí, Jesús Amor. Amen. No tengas miedo de estas palabras, yo soy el Todopoderoso. Estoy contigo, tú, tú estás en mí, Jesús, Rey de reyes. Todo está en mí. Amen. 9 – 24 de enero de 2001 El Espíritu Santo – La Trinidad Pequeña oveja, yo te cubro con mi manto del Amor. La Hija del Sí a Jesús (en la Divina Voluntad): Escribo bajo la inspiración del Espíritu Santo. Este sueño es la Voluntad del Padre en mí, pequeña hija de su elección, y esto, aún antes que la voz de Jesús, mi Dios, y las voces de la Trindad se dejen escuchar en mí. Yo soy nada. No soy que un simple instrumento de amor. Soy lo que Dios Padre, mi buen Papá de amor, quiere que yo sea: un bolígrafo, una voz, una persona en su Voluntad. Mis hermanos y hermanas, yo estoy en Jesús, vivo en él. Todo es para él. Mi sí es un sí de amor. La pérdida de mi esposo, Maurice, es un don de alegría para Dios, mi Padre. Este sufrimiento se lo entrego. Es por amor que consiento a vivir ante su contínua presencia con su divina voz. Soy lo que Dios permite que sea. Me gusta la vida con Dios, mi tierno y único Bien y Amor, Dios. Todo viene de él. Sí, Amor, yo te pertenezco. * * * * * * * La Santa Trinidad: Hija mía, escribe lo que has visto y oído en la noche que estuviste en nuestra Presencia, con Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo y María, tu Santa Madre. La Hija del Sí a Jesús (en la Divina Voluntad): Me encontraba en un total abandono a la Divina Voluntad. Por la noche, me desperté llorando después de 21 haber tenido un sueño. Había visto una imagen de mi hija llorando. En estado de éxtasis, me puse a pronunciar sin parar la palabra “Dios, con las cuentas de mi rosario. Dios se manifiesta en mí. Una gran alegría me invadió. Me encontraba con una gran euforia de felicidad. Un dolor en el pecho me hizo realizar que, en la alegría, vivía la presencia de mi Dios. La muerte pudo haber venido a buscarme, yo no le habría resistido pues la Presencia era grande, indefinible. Las lágrimas de alegría se unieron a mi éxtasis. De repente, todo terminó. Para consolarme, Jesús, Hijo de Dios Padre, se manifestó en mí para mostrarme su amor. ¡Qué alegría tan grande me prodigaba, envolviéndome completamente, tanto en mi interior como en mi exterior! ¡Qué alegría fue para mí! No puedo describirla; era tan profunda en todo mi ser. Sin darme cuenta, había pronunciado el nombre de “Jesús” en las cuentas de mi rosario. Todo se detiene. Mi cara estaba cubierta de lágrimas de felicidad. El estado de éxtasis me hizo tener una visión. Veía un cordero pequeño, todo blanco, esperando que lo tomaran para esquilarlo. De repente, recibió un vellón en su lomo. Levanta la cabeza y apareció un cordero más grande a su derecha. Una voz decía: “Te cubro, mi pequeña oveja, con el manto del amor. Conviértete en amor.” Después la voz me dijo: “Mírame” . Muy alto, más arriba de mí, vi el rostro de mi Dios, Cordero bendito, que se inclinaba hacia mí, la pequeña oveja. Lo veía en todo su esplendor. Los ojos del Amor me miraban y yo me extremecía de alegría. Mi visión continuó. Estaba detrás de un cercado en donde las ovejas apacentaban. Estaban listas para salir del cercado. Mamá María, la Madre de Jesús, nuestra Madre, me pidió de llegar donde ella. Yo me avancé con timidez. Estaba allí mirándola; ¡es una bellísima señora! Mi mirada estaba cubierta por una nube blanca; era la Voluntad de Dios. María pronuncia estas palabras: “Hija mía, tú tienes como misión reunir el rebaño de mi Santo Hijo para su venida. Tú eres la que la Divina Voluntad ha elegido por tu sí al Amor. Tú estás en mi Hijo por un proyecto de amor que se te ha pedido. Entrega, hija mía, entrega. Tú ves estas pequeñas ovejas: esperan el Amor. Otras personas, hija mía, han recibido la misma misión que tú vas a cumplir en la Divina Voluntad. Hija mía, tu Mamá está cerca de ti. Te quiero.” Me pareció que esta visión no había durado que un corto instante, pero realicé que habían pasado tres horas. Soy la hija que Dios quiere que sea. Mis hermanos y hermanas, paz, amor para los que lean este escrito inspirado por el Espíritu Santo que guía su pequeña hija a poner por escrito esta visión. Estoy para ustedes en Jesús, por Jesús. Amorosa de Jesús, los quiero. Amen. 22 10 – 24 de enero de 2001 El Espíritu Santo En ti he puesto mi Presencia. Todo viene del Espíritu Santo que forma la Trinidad. Todo lo que piensen, todo lo que digan, la mínima acción, la más simple, se vuelve grande; se transforma por mi amor. Nada se deja de lado, todo se vuelve puro. Una acción impura, como una mentira que se deplora y que se me ofrece, se vuelve pura y salvadora por la confesión. Ustedes se vuelven puros por la sola acción que es el amor. El amor abarca todo. Yo soy la Esencia del amor. El Amor los impregna, como los secantes, déjense absorver por mi esencia. Soy el Todo del Amor. Todos aquellos que piden, reciben sin límites, porque yo no tengo límites. Ustedes se transforman en mí por mi sola Presencia en ustedes y alrededor de ustedes. Aún aquellos que no piden reciben mi amor, pero no aprovechan, o muy poco. ¡Qué lástima! Tantas gracias de amor perdidas, desperdiciadas, tales como los copos de nieve que vuelan sin detenerse. El amor, mi amor, así es, incomprendido. Hijos míos, ¡los quiero tanto! Escúchenme. Yo les hablo. Esta pequeña voz al interior de ustedes, soy Yo, el mendigo del amor. Los quiero. 11 – 3 de febrero de 2001 La Trinidad – Jesús Amor Hijos míos, están en la escuela del Amor. La Hija del Sí a Jesús (en la Divina Voluntad): Quiero cambiar este texto, lo encuentro muy largo. No puedo permitir que las personas lo encuentren demasiado aburrido. Jesús me dice de escribir lo que yo he querido hacer. Obedezco. «Hija mía, este escrito te ha sido dado por el Espíritu Santo. ¿No encuentras normal eso de escribirlo tal como se te ha dictado? Va, ¡ obedece! Es mi Voluntad. Te quiero” Escribo bajo la inspiración del Espíritu Santo: ”Este sueño reflejaba lo que tú vivías en tu interior; te hacía ver mi Voluntad en ti. Vivo en ti, derramo en ti gracias de abandono. Es tu sí que ha hecho de ti la hija de nuestra Voluntad. Tú has visto lo que pasa en ti cuando hacemos nuestra Voluntad” Me despierto, a las 6 horas y 25 minutos. Cierro mis ojos. Todo está presente en mi. Veo a Maurice (mi esposo). Lo sigo, él toma otro camino diferente al mío y se va sin mí. “Maurice, espérame.” Él regresa. Me siento segura cuando él está cerca de mí. Estoy en clase con personas desconocidas. Escucho cantos y melodías. ¡Es tan bello! Me regocijo de escucharlos. Estoy cerca de una mujer un poco entrada en años que toca un instrumento. Es muy bonito. Atrás de mí, se oye un canto muy lindo. ¡Qué precioso es! ¡Qué voz más bella tiene! Me doy vuelta. Es una señora de cierta edad con un instrumento 23 frente a su rostro. Me doy vuelta de nuevo. Se continúa. De repente, una niña toca una música aguda. Otra persona entra en la sala. “Es necesario que eso termine, dice ella.” Yo estoy desilucionada de su visita. No quiero que eso termine. Esta misma señora canta de nuevo. ¡Qué bello es, muy lindo! Me doy vuelta y, para mi gran alegría, ella está muy joven, tiene a penas cuatro años. Es como si yo fuera esta niña. De repente, me veo salir a la velocidad de un rayo hacia lo alto de la pieza. Veo de arriba hacia abajo un brazo que avanza hacia mí. Escucho: “Ven, ven”. Me siento como atraída. Escucho la voz. Con esfuerzo, logro avanzar: El índice de la mano hace un signo de cruz en mi frente diciendo: “Yo te bendigo”. El brazo desaparece. Escucho de nuevo la voz que me dice: “Avanza, ven.” El mismo brazo avanza y, con el índice de la mano, hace una señal de la cruz sobre mis labios diciéndome: Yo te bendigo, hija mía”. En este instante, veo la profundidad de mi interior. Todo es tan inmenso. Es como si yo viera el universo en mí. El brazo parece desaparecer y otro aparece mucho más lejos. Él me dice: “Ven, ven más cerca”; su voz era tan fuerte y dulce al mismo tiempo. En un gran abandono, yo avanzo, pues me atrae hacia él. El índice de la mano hace una cruz sobre mi corazón diciéndome: “Yo te bendigo, mi hija de la Divina Voluntad” y al mismo instante, todo explota. Es como si yo estaba en millones de partículas en el espacio. Todo ha terminado. Me despierto y tengo dolor en el pecho. La Trinidad: Hija mía, tú perteneces a la Trinidad. Nosotros te hemos ungido por el Amor. Tu sí al Amor te hace de nosotros. Tú eres nuestra, estás en nosotros, hija de la Divina Voluntad. Dinos, hija mía, ¿amas al Amor? – “Sí”. – Yo te quiero, hija mía. Ámanos. Amen. * * * * * * * Jesús: Hija mía, este texto es para mis hijos que están en la escuela del Amor. Los que no han pronunciado su “Sí” al Amor deben escuchar mi voz. Por mi voz, mis enseñanzas te han sido dadas para ellos. Esta señora que te habla, es Mamá María. ¿Te gusta? Ella está en ti, tú eres su hija. Los cantos que has escuchado, es para enseñarte que tú eres nuestra portavoz. Tú debes entregar lo que recibes a mis hijos elegidos para que sepan que ellos son hijos de la Divina Voluntad. Entrega, hija mía, entrega lo que tú tienes. Ama al Amor, el Amor te ama. Amen. 12 – 8 de febrero de 2001 Jesús La santa misa eucarística. Yo, Jesús todopoderoso, te digo, escribe. Aunque tú eres pequeña feligresa, te pido de escribir por el bien de la Iglesia de Jesús, muerto y resucitado. 24 Hijos míos, vengan a la misa. Todo en mí se consume por colmarlos de amor. Yo los espero para darles las fuerzas necesarias para que puedan cumplir sus trabajos cotidianos. Sí, hijos míos, yo estoy en la Iglesia para darles un alimento de amor. Vengan a verme, hijos míos. Yo estoy presente en el tabernáculo. Sólo yo puedo colmarles de gracias que son necesarias para sus vidas. Yo soy la Vida que está presente en cada una de las misas dichas por mis santos sacerdotes. Mis Iglesias son lugares de reunión para mis hijos de amor. Comprendan que todo debe de cumplirse en el amor por mí. Ustedes verán que solamente mi poder de amor podrá hacerlos revivir al amor, hijos míos. Entre todo lo que ha sido escrito por mis apóstoles y mis discípulos y todo lo que ustedes han recibido a través de los mensajes de mis santos mártires y de mis almas elegidas, nada es más verídico y más místico que los escritos relativos a mi santa misa eucarística. Sean hijos de la luz. Todo lo que emana del Espíritu Santo no debe de dejarles dudas en sus corazones. Sólo mi amor vencerá su letargo. Todos estos escritos han sido hechos para traerles la sabiduría a fin de que sepan que nosotros, la Santa Trinidad, hemos realizado para cada hijo, el más grande, el más hermoso de los misterios. Este misterio, hijos míos, es la Vida que les ha sido dada para darles la felicidad eterna. Yo soy Jesús, unido a cada uno de ustedes. Sí, hijos míos, cada vez que una misa se celebra, yo, el Hijo de Dios, me ofrezco al Padre con todos sus pecados para purificarlos. Vengo para traerles las gracias que mi Padre les entrega por este Alimento Celestial. Soy Yo, el Amor que los alimenta de mi Cuerpo y que los purifica por mi Sangre. Todos aquellos que me toman, reciben en ellos el Amor Celestial que los convierte en hijos de Dios. El Espíritu Santo los cubre para que estén en unión con nosotros, la Santa Trinidad. Hijos míos, cuando comulgan, ustedes están en presencia de mi Ser que es Amor. El Amor contiene todo. Yo estoy en cada hijo del mundo entero. Por este sacramento, ustedes están en mí con todos sus hermanos y hermanas para ofrecerse al Amor. El Amor los toma, él los cubre de su Ser para hacer de ustedes hijos del amor. Hijos míos, yo los he tenido, aún antes de que estuviesen en el vientre de su madre. Cuando vienen a tomarme en la Santa Eucaristía, yo los tomo de nuevo, en mí. Ustedes siempre han estado en mí. Por este gesto de amor, ustedes aceptan de estar en mí. Es su propia decisión de venir a habitarme. ¡Ah mis pequeños!, ¿cuándo comprenderán mi eterno amor en cada uno de ustedes? Hijos míos, sean fieles a mi Presencia en mi Iglesia; soy yo quien los alimenta. Lean mi santa Biblia en Lucas, Mateo, Marcos, Juan y Pablo. Estas letras de fuego, soy yo quien las ha dictado; todo lo que es humano pasa y todo lo que es de mí, se queda para siempre. No duden, mis queridos hijos tan amados. El Alimento Eucarístico no es distribuido para los perros, sino para los hijos de mi Iglesia santa y mística. 25 Grande es mi casa en donde habitan ustedes; nadie se deja de lado; todos ustedes tienen un lugar de predilección. Vengan todos a sentarse a mi mesa en la cual mi Cuerpo y mi Sangre les son ofrecidos. Mi cuerpo es el Templo en que mi Padre ha puesto todas sus complacencias y que todo le pertenece; nada está fuera de él. El lugar en donde estoy está mi Padre. El Amor abarca todo, allí en donde está mi Cuerpo y mi Sangre. El Amor soy yo, el Amor es mi Padre, el Amor es el Espíritu Santo, el Amor somos nosotros, la Santa Trinidad. Cada domingo es un día de fiesta. ¿Por qué dudan ustedes? Habría hecho yo errores que me impedirían reunirlos hijos míos? ¿No soy acaso Omnipotente? Muchos entre ustedes creen que el domingo, el día del Señor, ha perdido su intensidad de amor. Es a través de las dificultades de sus jornadas que mi Padre quiere tenerlos cerca de él. Él quiere darles el Alimento Celestial para que obtengan las gracias necesarias para vivir sus días de la semana. Hijos míos, yo los quiero. La misa del domingo, es un encuentro de alegría, un encuentro que es bueno para venir a nuestro banquete de amor. Hijos míos, para ustedes es necesario de venir a colmar sus vidas terrestres de esta alegría celestial que no es reservada sino que a nosotros, en el Cielo. Es una pequeña parte del Cielo que nosotros les ofrecemos el domingo en la misa. Ustedes, hijos míos, rechazan nuestra alegría de colmarlos. Yo, Jesús, he venido a ofrecerme en el altar de la cruz para que ustedes reciban el amor del Padre. Hijos míos, ¿realizan ustedes como es de bueno recibir las delicias del Padre? Yo soy Jesús vivo en la santa hostia que mi Padre ha querido para ustedes. Mis hijos de amor, déjenme alimentarlos de mi Ser de amor. Todo se convertirá en amor para ustedes. ¡Ah mis hijos!, el Amor los invita y ¿ustedes se atreven a rechazar mi invitación? Todos ustedes que reciben a sus hijos en sus fiestas de aniversario, ¿qué harían si dudaran de su comida y de su servicio y, que en la mesa, criticaran sus alimentos, después que han pasado tanto tiempo a preparar esta comida con amor, la cual, sin embargo, no es que para su cuerpo? Piensen que mi Alimento es éste de Jesús, Hijo de Dios, éste que no solamente los alimenta, sino que sustenta su sed de amor que falta tanto en sus vidas. Hijos míos, sean tales como yo los he hecho: seres volviéndose divinos por medio de mi Presencia en ustedes. Estén vigilantes. La carne es débil y el Maligno es astuto. Él espera una caída, una debilidad para tomarlos en sus redes engañosas. No se dejen cegar por su orgullo. Muchos han perdido su alma a partir de un poco de duda. Ellos han dudado de mi palabra que es Verdad. Vengan a mí, ustedes que tienen hambre y yo los alimentaré de mi Pan de Vida grato a mi Corazón. La misa, hijos míos, es una fuente de alimento que llena sus vidas de gracias. Vengan a fortificarse. Amen. 26 13 – 11 febrero 2001 Mamá María María nos bendice. Mi querida hija, cómo te amo, yo, tu Mamá del Cielo. Sé que tú buscas este escrito. No te preocupes, te lo voy a decir de nuevo. Yo, tu Mamá, tengo mucha memoria, no te inquietes. La noche, cuando tú estabas acostada, yo te dije buenas noches. Tú estabas muy feliz. En la mañana, desde que te despertaste, tú cantabas alabanzas a mi santa persona. Te he dicho que te amaba. Te di un beso en la frente, en tus mejillas y tus labios. Tú te intimidaste por estos besos y te sobresaltaste. Yo te dije dulcemente que el tiempo no existe para nosotros. Yo soy una mamá: a toda mamá le gusta abrazar a sus pequeños bebés. Es así, hijos míos, que yo los amo a todos. Ustedes son para mí pequeñitos bebés. Ustedes son mis hijos. Te he dicho también que cuando lloran por sus sufrimientos , yo, su Mamá, los tomo en mis brazos y los estrecho contra mi Corazón. ¡Ah mis hijos!, cuando lean estas palabras, cómo me gustaría en ese mismo momento, estrecharlos contra mi Corazón que los ama tanto. Mis queridos pequeñuelos, amen a su Mamá, la que les tiende los brazos. Vengan a refugiarse en mí. Hijos míos, mi Corazón está en cada uno de ustedes. Ustedes que aman a mi santo Hijo, permanezcan todos en nosotros. Y ustedes que no buscan sino el placer fuera de nosotros, piensen que una mamá que ama a sus hijos no tiene que un solo deseo: el bien de sus hijos. Vengan a mí, su Madre que los quiere seguros con ella. Los quiero, mis pequeños hijos. Los abrazo tiernamente. Yo soy su mamá del Cielo. Siempre estoy al lado de ustedes. Mamá María los bendice en el nombre del Padre, su Padre, del Hijo, su Hermano, y del Espíritu Santo, su fuerza. Amen. * * * * * * * Hija mía, escribe el texto original del primer mensaje que te he hecho buscar.7 Abandono en la Divina Voluntad. La Hija del Sí a Jesús (en la Divina Voluntad): Mamá María nos bendice y dice “Yo los cubro de mi amor maternal. Mis queridos hijitos, los beso tiernamente 7. Jesús: Todo está en el Amor. El Amor vive. Yo soy la Vida. En la Divina Voluntad, hay movimiento de amor. El amor está en movimiento. Ustedes encontrarán este texto escrito en el Amor. Todo es movimiento. Yo estoy en la que vive en mí. Mi Madre está en la Divina Voluntad. Ella vive en mí. Todo está en mí. Nada es inerte en mi naturaleza. Todo está en el movimiento. Lo que ha sido escrito está en el movimiento del amor. El amor se vive, el amor se mueve. Por eso este texto es diferente del primero. 27 en la frente, en las mejillas y en los labios (yo me siento mal por este beso en los labios). ¿No sabes que el tiempo no existe en el Paraíso? Cuando los abrazo, los tengo en mis brazos y les doy tiernamente un beso pequeño en sus pequeños labios pulposos. Cuando ustedes tienen una pena y lloran, yo los arrullo en mis brazos y, cuando ustedes paran de llorar y me sonríen, me siento muy feliz. «¡Ah mis hijos cómo los quiero! Si ustedes supieran todo el amor que les tengo, se quedarían asombrados. «Hoy es un día muy especial; todas las Iglesias de la tierra están abiertas para recibirlos. Hijos míos, vengan acá. Hemos preparado una mesa con el mantel más bello, con flores, candelas. Hay mucho alimento para ustedes; él es simple y, sobre todo, les va a dar la salud, la alegría y la paz. «Hijos míos, todos están invitados. Pero, ¡cuántos de mis hijos no vendrán! El lugar quedará vacío y nadie va a tomar ese lugar, pues un día cuando se decidirán, vendrán y encontrarán su lugar. Mi Corazón de Madre está triste por esa ausencia. Los quiero tanto. “¡Hijos míos, los quiero, los quiero, los quiero! Persígnate, hija mía: Padre, él es tu Amor; Hijo, tú estás en su Corazón; Espíritu Santo, él te envuelve de su fuerza. Amén.” 14 – 13 de febrero de 2001 Mamá del Cielo ¡Cuántos de mis hijos están por perecer en el fuego de la perdición! Hija mía, te quiero. Yo, tu Madre del Cielo, te hago escribir por tus hermanos y hermanas que tú amas. Mi Corazón de Madre está muy triste de ver a mis hijos alejarse de mi Hijo Jesús. ¿No saben acaso que él les ha dado todo sin pedir nada a cambio? ¡Presta atención hija mía! Muchos de mis hijos han dejado los sacramentos por conquistar una vida de placer, de lujuria u otros, que los conduce a la pérdida de su alma. Hijos míos, no se dejen adormecer por sus costumbres. Sálganse rápido de esa vida. Satanás, mi enemigo, tiene poder sobre este mundo. A él le gusta atormentarlos para enseguida hacerlos sus esclavos, y poder hacerlos perder su alma para siempre en el fuego eterno. Muchos de mis hijos obran a su antojo; no se preocupan de nuestras advertencias. Estén atentos a nuestros llamados. Nosotros los queremos mucho. No cedan a sus hábitos; es difícil, pero piensen en su futuro. ¡Es tan larga la eternidad! No les pido que se hagan monjes, aunque mi Corazón estaría encantado. Les pido muy poco. Vayan a misa todos los domingos, y si es posible, más seguido. La 28 confesión es un medio para acabar con sus malas costumbres; muchas gracias son acordadas. ¿Ves, hija mía, que muchos tienen miedo de la confesión, porque esto lo encuentran muy difícil para ellos? Ellos creen también que esto pondrá un freno a sus diversiones. Diles, hija mía, lo que nosotros queremos, mi Hijo y Yo: darles las gracias necesarias para su bienestar. Esto les va a volver más felices en este mundo en el que hay tanta violencia y homicidios contra los seres inocentes. Hija mía, los quiero tanto. Es necesario que ellos sepan que todo es posible con un poquito de esfuerzo de su parte. Pedimos tan poco y ellos podrán obtener tanto. Anda, hija mía, no temas si ellos no comprenden. Mi Corazón de Madre brillará en ellos mientras la Luz no brille en ellos. He derramado tantas lágrimas que mi Corazón no puede cesar de esperar su felicidad. Los quiero a todos, ellos son mis hijos queridos. Te quiero hija mía. Persígnate. 15 – 18 de febrero de 2001 Jesús Grupos de luces que cubren la tierra. Querida hija, dile a tu grupo de oración cuánto los quiero. Hijos míos, tengo un amor predilecto por cada uno de ustedes. Sus oraciones salvan a muchas almas. Ustedes son como una linterna. Vista desde el Cielo, esta luz aumenta y va a juntarse con las otras luces formadas por otros grupos de luces que cubren la tierra. Hago bajar gracias sobre todos mis hijos de la tierra; es como una lluvia. Pero algunos de mis hijos, y son muy numerosos, se han impermeabilizado. Yo, el Amor, espero una falla en ellos para dejar pasar mis gracias. Ellos no pueden impedir a mi amor de pasar; es mi luz que se infiltra por todas partes, al infinito. Mis queridos hijos, estén vigilantes. Mi enemigo siente cólera de ver que ustedes estén en oración. Continúen, hijos míos. Ámenme, hagan que me quieran, tengo necesidad de sus oraciones. Gracias mi pequeña ovejita, por tu día entero de oración. Cuando te encuentras sola, seguido ofréceme tus días, se volverán días completos de oraciones. Te quiero tanto mi pequeña oveja. Escribe lo que te digo y diles a ellos. Yo los quiero, los quiero. Mis elegidos, los quiero de un amor tan grande que ustedes quedarían sorprendidos. Los bendigo: Padre, Hijo, Espíritu Santo. Amén. 16 – 16 21 de febrero de 2001 Jesús Amor El mal ha querido destruirla. Hijos míos, soy yo, Jesús que vivo en mi “Hija del Sí a Jesús”. Soy yo que la hago escribir esta visión para que sea leída por todos mis hijos que se ofrecen a mí. Soy el Todopoderoso. Sé lo que es bueno para ustedes para que estén en mí. 29 La noche que mi hija se despertó en presencia de Satanás, mi enemigo infernal, aceptando este ataque, ella me ofreció su sufrimiento. Por su aceptación a ofrecerme todo, yo logré una victoria sobre mi enemigo. Yo, que conozco a mi amada, conocía su amor por mí. Ella sufrió esta agresión para darme la victoria sobre el Mal. El Maligno ha querido introducirse en ella para destruirla y arrebatarle el amor que yo le he dado. Este ataque se convirtió en mi victoria. Fue con una rabia loca que él quiso destruirla. Él tenía conocimiento de su amor para mí, su Dios. Él se ensañó en mostrarle que tenía dominio sobre mis hijos. Yo, el Amor, le he dado fuerzas para que ella se funda en mí. Él comenzó a manifestarle su innoble presencia hostigándola. Todo lo de ella estaba en mí. Sólo la presencia de Satanás fue para ella un instante de sufrimiento. Este ser inmundo se ensañó contra ella. Él quería mostrarle que su amor para Dios era inútil. Ella rechazó de mostrarse a su Dios de amor en estado de debilidad. Todo lo de ella estaba en mí. Ella se entrega a su Dios de amor. Todo su ser sufrió de amor por su Papá de amor. En ella, todo fue victoria, pues ella habita en nosotros. Yo, el Amor, quiero a esta hija bendita por su obediencia a la Voluntad Divina. Toda ella se abandona en nosotros. El Amor ha vencido al Maligno la noche que yo permití a Satanás de presentarse a esta hija de amor. Hijos míos, cuando el Maligno se presenta a ustedes, entréguenmelo. Toda palabra impura, todo odio, todo miedo, toda cólera, entréguenmelos. Yo soy Jesús victorioso de Satanás. Ninguno de ustedes puede vencer al Mal. Sólo yo, que soy el Todopoderoso, puedo regresarle su mal. Vengan a mí. Yo Soy el Señor del mundo. El mal que habita en el Maligno hace de él un ser en quien no hay escapatoria. Todo en él es dolor. Es el mal encarnado. Ustedes, hijos míos están en mí; ustedes, entonces, son amor. El Amor está en ustedes. El mal no puede llegar en ustedes a no ser que ustedes lo acepten, pues ustedes no son el mal. Si el Amor está en ustedes y que ustedes son el amor, ustedes son victoriosos del Mal que quiere instroducirse en ustedes. Es por el Amor que ustedes tienen la victoria del Mal. Déjense tomar por el Amor para que todo lo que no sea mío, sea puesto fuera de ustedes. Yo los quiero. Entréguenme todo. El Mal no está en ustedes, él se introduce; él no puede habitarlos salvo que ustedes lo acepten. Yo, el Amor, les pido de entregarme todo para que nada en ustedes sea en mal del amor8. Los quiero. Amen al que los quiere en el amor. * * * * * * * 8. El mal de amor es cuando ustedes no comprenden nada. El mal les habita, ustedes son desdichados. Ustedes, que son el amor, son desdichados. Ustedes, el amor, tienen dolor. 30 Bendigo estos escritos por gracias de amor que los hace abandonarse Yo, tu Amoroso, te muestro lo que has visto y vivido en esta visión. (cf. 21 de febrero de 2001). Te he llevado a la Vida Divina en mí para hacerte ver mejor el futuro de las almas lanzadas al infierno. Todos aquellos que no escuchan mi voz que resuena en ti continuarán a hacer su voluntad sin ocuparse de mis alarmas de amor, no obstante que yo he gritado desde hace mucho tiempo por medio de las voces humanas de mis elegidos. Muchos no quieren comprender que este tiempo se termina. Sí, hijos míos, este tiempo se termina, no quedan sino unos pocos minutos. He dicho algunos minutos para mostrarles que el reloj de arena que he volteado se vacía. Muy pronto, las puertas se cerrarán y los últimos se quedarán como los últimos, pues no quisieron ocuparse de mis advertencias. Hijos míos, hace mucho tiempo que les he advertido. Ustedes avanzan en sus vidas sin escuchar mis advertencias. Cuando las puertas se cerrarán, habrá gentes que gritarán, que llorarán por su suerte. Se verán prisioneros de sus faltas por la eternidad. Estas faltas, son sus comportamientos. Hijos míos, piensen en aquellos que pecaron por sus manos. Ellas les causarán dolores horribles y ellas serán como seres que les torturarán. Esto será tan horroroso que no he permitido que mi hija viva este espectáculo muy duro para ella. Yo la hice salir de allí. El Maligno la ha perseguido y ha tratado de molestarla, pero su amor en el Amor ha vencido al demonio. Bien que el Mal la quiso atacar colocando a tres para herirla, yo no acepté estos asaltos contra mi bienamada. La he recompensado de ser sumisa, en el Amor, a nuestra Voluntad. Hijos míos, ustedes que toman conocimiento de estos escritos, ¡vean cómo el tiempo se acerca! Te quiero, mi bienamada. Recibe estas gracias de mi Voluntad para que todo en ti sea en mí. Amen. 17 – 24 de febrero de 2001 Jesús Todo está preparado para que se realice mi venida en ustedes. Yo, tu Jesús, te he dicho de escribir este sueño. Soy yo que te va a recordar exactamente lo que has visto y vivido en esta visión. Esta es mi Voluntad. Tú te ves con personas: están tus hijos, tus padres, amigos que conoces y los amigos de éstos que tú no conoces. Ustedes están en oración en una casa grande. Ustedes están felices, hay amor en ustedes. Todo esto es muy agradable. Ustedes sienten una gran alegría en cada 31 uno. Piensan que solamente ustedes la sienten. Gritos de alegría que vienen del exterior. Ustedes salen a ver. ¡Cuánta alegría tienen al constatar que otras personas se sienten igualmente felices! Un camión se detiene frente a ustedes; sacan guantes de encajes. Ustedes están asombrados, pues en el camión hay guantes de béisbol. En otro tiempo, tú ves personas alrededor de una mesa: gentes de negocios y su presidente cede la palabra a un hombre joven que los aconseja. Esto hace que la asistencia sea agradable; todo en alegría. Este hombre joven quiere cortejar a una joven. Él es muy simpático y respetuoso, y la jovencita es muy reservada. Ahora, tú estás en una casa con otras personas, las que estaban contigo en la casa grande. Ustedes ven un calendario. Una bola baja del cielo para posarse sobre una imagen en la parte baja del calendario. Hay un señor con cabellos blancos. Es como si la parte baja de la imagen estuviera animada. Tú te despiertas con alegría en tu corazón. Tú me dijiste: “Gracias Jesús Amor; nosotros te amamos, yo y todos mis hermanos y hermanas del mundo entero, nosotros que estamos en el océano de tu amor y en el de Mamá María”. En la jornada de oración carismática, tú sentiste el olor de la rosa. * * * * * * * Mi venida en los corazones de mis hijos. Mi hija que amo, que el Amor que te embriaga esté todo en ti. Mi tierno amor, saborea este instante de gracia. Este sueño es una visión. Hija mía, él describe el momento de mi venida en los corazones de todos mis hijos. Describe el lugar en donde estarán rodeados de amigos íntimos que tuvieron fe en mis escritos, pues cerca está este acontecimiento que será para ellos un acontecimiento feliz; esto será su recompensa por haber creído y pronunciado su sí. Tú estás en ellos, hija mía. Tú sientes su alegría. Tú eres su alegría porque tú eres el Amor de mis hijos. Ustedes se convierten en lo que son. Todos han recibido al Amor. Estas gentes de negocios son personas felices de dar amor a los más pequeños. Se han convertido en amor. El hombre joven conoce el amor que siente en él. Él quiere compartir su amor con la joven enamorada de él. Es esto lo que va a pasar, hijos míos. Todos ustedes descubrirán el amor. No más juegos violentos: sino amor. No más llantos: sino alegría. Todo está en el Amor que viene. Este tiempo está tan cerca, hijos míos. Aunque juntos fijan su mirada en el calendario que hace avanzar sus días, sin embargo no tendrán ni siquiera el tiempo de pensar: llegará, así será. El Padre él mismo insuflará el amor en ustedes por medio del Espíritu Santo. 32 Es con alegría que has sentido el Amor. La rosa llegó por tu Mamá para manifestar su presencia en ti. A lo largo de tu día, aún que estabas en presencia de gentes que no comprendían tu alegría, tú la sentiste tan fuerte interiormente que recibiste el olor de rosa haciéndote sentir nuestra Presencia. Te quiero, te quiero. Amen.. 18 – 27 de febrero de 2001 Tu Jesús de amor Mi Corazón se abre a las peticiones. Ustedes no siempre están atentos a mis gracias. Mi bienamada, te he mostrado mi Corazón que ama a todos mis hijos. Todos aquellos que me piden venir a ayudarlos son representados por las manos abiertas que tú has visto en tu interior. Déjame, mi ternura, decirte cuán preciosa eres para mí. Mostrándote esto, les revelo a todos mis hijos que los quiero más que a mi propia vida. Este Corazón que has visto, es el amor que tengo para ellos. Te quiero, mi amor. Ama a todos mis hijos como el Corazón que te he mostrado. Tú eres parte de este Corazón. Tú estás en mí como ellos también. Hija mía, mi pequeña oveja, los brazos que me ruegan venir en su ayuda son estos hijos que me piden olvidando su alma. Estos hijos me suplican venir a ayudarlos sin pensar en mí, Jesús, pero yo quiero que ellos me amen. Mi Corazón se desgarra de amor por ellos, pero, ¿qué hacen? Ellos permanecen en el tumulto sin venir a mí, su Salvador. Yo mendigo su amor, pero ellos no quieren sino bienes materiales sin importancia, placeres del mundo. Mis queridos hijos, quiero su amor. En recompensa, los colmaré de todo lo que tengan necesidad para su alma que me es tan querida, así como sus necesidades corporales y materiales. Ante todo, ocúpense de su vida espiritual y los bienes materiales vendrán por añadidura. Los quiero, mis queridos hijos. Mi muy tierna ovejita, continúa a amarme. Soy yo quien deposito en ti mi amor ardiente del fuego de vida que consume todo lo que es amor. Mi amor por ustedes es un fuego ardiente. Los quiero. Anda, mi ovejita de amor. Yo te bendigo. Amen. 19 – 28 de febrero de 2001 Jesús El Amor está en cada uno de mis hijos. Estoy en cada uno de mis hijos. ¡Soy el Amor! María y Jesús no son sino uno. Yo soy el Amor que tú has buscado y querido toda tu vida. Yo me derramo en ti. Ámame, ámame, mi pequeña oveja. Reuniré muy pronto mis ovejas en el cercado. Muchas entrarán en él. Estaremos con mucha alegría, en la euforia de la alegría. 33 Muy pronto voy a cerrar la puerta. Los que hayan escogido no entrar no entrarán jamás. Nos desviaremos de ellos con una última mirada de tristeza. Recuerden que mi voz es voz de trueno. Grábense mis palabras en sus corazones. Soy justicia y bondad; los quiero. Te quiero, mi pequeña oveja. Prepárate hoy a unirte conmigo, es un día de mortificaciones. Ruega por tus hermanos y hermanas. Los días que vienen te llevarán a seguirme en mi vida pública. Ven, sígueme, mi pequeña oveja. Tengo necesidad de tu sí. Sigue mis instrucciones, abandónate. Te quiero. Amen. 20 – 1o de marzo de 2001 Jesús Todo está en mí. Todo lo que es de mí no es sino la pura verdad. La Voluntad del Padre es mía. Yo soy omnipotente. Verdadero es mi poder. Toda persona que no está conmigo está contra la Voluntad del Padre celestial. Pobre del que critique mis leyes de amor. Soy el amor del Padre, soy su Hijo adorado. Hija mía, te quiero. Escribe, mi querida. Todo lo que de mí viene no puede sino hacerlos crecer en mi amor. Esfuércense en poner en práctica mis lecciones de amor; esto tendrá un impacto en sus vidas, mis queridos hijos. Es simple, nada es complicado. Todo está en mi Evangelio. Léanlo. Yo soy el que soy, que fui y que viene. Muchos no se contentan de lo que les he dado por estos escritos. Ellos inventan sus propios escritos para adular su perversidad, llegando hasta negar mis palabras. Soy paciente, lleno de amor, dispuesto a ayudar, para que todo sea claro en ellos. Más se abandonan en mi amor, más gracias obtendrán para volverse hacia mí. Todo lo que yo deseo de estas almas, es que me regresen sin reservas, vacías de todas las ataduras que les hace perder confianza en mi don de amor. Mis amados, todo lo que viene de mí, no es más que mi amor para ustedes. Soy el que los ama sin rodeos: Mi amor es franco, leal, lleno de fuego. Quiero consumirlos sin hacerles daño. Al contrario, soy dulce. Todo es de una simplicidad de niño. Mis hijitos, sigan mis pasos, éstos les muestran la ruta a seguir. Permanezcan conmigo; ustedes me son de gran valor. Si uno solo entre ustedes cae, yo lo levanto, lo tomo conmigo. Cuando se vuelve más fuerte, lo pongo en mis huellas para que no se aleje de mí. Cuando alguno de mis hijos encuentra que su vida es complicada, es porque no me ha pedido nada. Él no viene a mí. ¿Cómo podré ayudarlo si no me pide nada? Es sólo a él de querer algo de mí. Es necesario que él haga ese esfuerzo para recibir. No sean avaros con sus esfuerzos, pues el que es verdadero consigo mismo puede hacer todo para cambiar su vida. 34 Mi amor es tan puro. Vengan a lanzarse en un baño de verdadero amor. Anda, mi pequeña ovejita; esto es para aquellos que quieren hacer esfuerzos para venir hacia mí que tanto los quiero, pues todo no es sino que para ustedes en este tiempo de gracias. Los quiero. Ámame, hija mía. Mi querida hija, te quiero, persígnate. Amen. 21 – 1o de marzo de 2001 El Espíritu Santo – María Visión de María y de Jesús durante mi rosario. La Hija del Sí a Jesús (en la Divina Voluntad): Cada palabra ha sido escuchada en mí. El Espíritu Santo habita en mí. Alabanza y gloria a ti, Alma de mi alma. Ante mi cruz gloriosa, yo recitaba mi rosario. En las últimas decenas de los misterios gloriosos, los ojos cerrados, he aquí lo que yo vi. Veo a María vestida de blanco, de una blancura de nieve. Sus manos están juntas. Ella incita a la oración, por lo piadosa que es. Ella se inclina hacia mí. Su mirada es tan dulce, aunque yo no puedo percibir su mirada como cuando se ve una amiga de cerca. Es como si yo adivinara todo. Ella tiene una mirada de ternura. Sus rasgos son suaves, muy suaves. De su cabeza un velo ligero cuelga hasta sus pies. Su vestido es amplio porque ella lo lleva hasta su busto con pliegues, haciéndome sentir que está encinta. Ella lleva en su seno al Niño con amor. El Espíritu Santo me revela que ella quiere que esté cerca, para entregar a los niños su precioso tesoro: el Amor. María: Entrega, hija mía, entrega. Es para ellos que él ha venido a este mundo para darles el amor. Reciban el amor. Los quiero, hijos míos. La Hija del Sí a Jesús (en la Divina Voluntad): Me siento muy bien, muy segura con ella. Rezando yo la miro a ella de abajo hacia arriba. En mi pecho, una fuerte sensación de dulzura me invade. Es tan bello verla que todo mi ser siente la dulzura de una madre hacia su hijo. Continúo a rezar. En mi oración, ofrezco al Padre el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de su Hijo Jesús. Mientras que pronuncio: – el Cuerpo: Veo una hostia; – la Sangre: Veo una gota de sangre caer en un cáliz ; – el Alma: Veo una paloma blanca; – la Divinidad: Veo una bola de luz resplandeciente. Todo mi ser está en éxtasis. Todo se detiene cuando dejo de pronunciar las palabras. Oigo la dulce voz de mi Mamá que me dice: «Anda, ahora, haz tu signo de la cruz, hija mía, se ha terminado, anda. » Con gran amor ella añade: “Obedece, hija mía.” 35 Lloré tanto de alegría que no podía dejar por mí misma ese estado. Esa noche, el Amor me visitó. Gracias, Jesús, tú has venido para hacerme ver a tu Madre y a ti. 22 – 2 de marzo de 2001 Jesús Amor La felicidad, soy yo, hijos míos. Mi ovejita de amor, soy yo, el Amor que te hace escribir para que mis hijos conozcan todo el bien que quiero para ellos. El Amor es un Dios que ama a sus hijos. Quiero decirles que todo lo que es amor viene de mi Ser de amor, el cual viene de mi Padre. Ámenme, no solamente por el interés de salvar su alma, sino por amor. Les he entregado tanto para que ustedes tengan la vida eterna. La eternidad está en mí. En el Paraíso, este tiempo de amor no se mide, es perpetuo. Todo lo que tiene valor en la tierra, no tiene importancia en el Cielo; todo lo que es material acá no tiene valor. No puede tenerse la felicidad que en mí. Soy el que le da valor a todas las cosas, pues todo no es sino amor cuando ustedes aceptan entregarme todo. Hijos míos, ustedes tienen miedo de separarse de sus bienes mundanos, porque piensan que la felicidad está en esas cosas. Ustedes se equivocan: todo es aburrido para todo aquel que está lejos de mí. Después de un lapso de tiempo, ustedes se encuentran siempre en la búsqueda de algo diferente que los distraiga. Ustedes son como el asno que corre tras la zanahoria suspendida en un extremo de una cuerda que el Maligno tiene ante sus ojos mostrándoles que lo material es importante. Mírense. Todo los lleva al consumo. Sus televisores difunden sin cesar los anuncios. Ustedes no pueden circular sin que sus ojos miren los anuncios de consumo. Sus casas están llenas de decoraciones. Satanás es tan malo que los tiene sin respiración incitándolos a obtener todo. Sus revistas de decoraciones de casas les sugieren muchos bienes inútiles. Ustedes tienen ante sus ojos lo que el Maligno quiere hacerlos ver. Ustedes se lanzan sin alcanzar nada. Es él que tiene la zanahoria en el extremo del hilo. Como es inútil esto: jamás podrán alcanzarla. Esta felicidad es así. No puede satisfacer sus necesidades. Es demasiado fugaz, no tiene mañana. La verdadera felicidad se encuentra en el interior de ustedes mismos, lista a brotar como una fuente de amor que no se agotará jamás. Sean hijos de amor que no tienen otra preocupación que de hacer conocer el amor que se multiplicará sin detenenerse jamás. No hay felicidad sin el verdadero amor que es el mío. Soy la Eucaristía del amor. Vengan a alimentarse de él. Los quiero. Quiero su felicidad y ésta, es sin fin. ¡Ámenme! Yo te quiero, mi pequeña oveja. Amen. 36 23 – 7 de marzo de 2001 Jesús Mi dolor de saber que están fuera de mí. Jesús: Hijos míos, cuando el mal está en ustedes, todo es sufrimiento. Lo que es malo, no puede cohabitar conmigo, ustedes están en mí. Los quiero, hijos míos. Satanás es el mal, él quiere alejarlos de mí. Ven conmigo, hija mía, te voy a mostrar a dónde van los que lo escuchan. Mi amor, escribe bajo mi inspiración. Yo, tu Dios de Amor, que conozco todo de ti, mi bienamada, te quiero. La Hija del Sí a Jesús (en la Divina Voluntad): Yo recito los misterios dolorosos del rosario. Tengo los ojos cerrados, escucho la voz interior que me pide de obedecer y de mirar con atención: Con los ojos cerrados, miro. No veo nada. De repente, la oscuridad se aclara de un color pardo pálido que se mueve ante mis ojos cerrados. Luego se concretiza. Son formas humanas en filas cerradas. Ellas están en oración, pues sus manos están juntas y su mirada piadosa. Todas están en oración conmigo. Lo siento y digo: “¡Pero todas estas personas están conmigo en oración!” La voz me dice: “Sí, hija mía, son los santos del Cielo y de la tierra en la Divina Voluntad. Ellos están todos conmigo, Jesús. Continúa a mirar, hija mía bienamada.” Ellas toman un pasaje entre las rocas color pardo pálido y café oscuro. Es como una película a la que asisto, pero yo estoy en el interior. Las gentes desaparecen y formas humanas aparecen en el cráter de la roca. Ellas están con vestidos de jueces con su birrete en forma enrulada alrededor de su cabeza. Los jueces tienen túnicas bien adornadas de placas de joyas. Ellos se mantienen rectos y firmes, avanzando con dominio de la situación, discutiendo en voz baja entre ellos. Son cuatro. Creo que están por tomar unas decisiones. Tengo miedo de ellos y de sus decisiones. Ellos avanzan y se sientan en la entrada de una corte interior, muy espaciosa. Muros interiores de una altura de dos pisos les rodean. Las gentes gritan por las ventanas de formas cuadradas. A lo alto, estas ventanas son ovaladas; no tienen vidrios. Todo es de piedra. Todos tienen su mirada dirigida hacia dos grandes puertas que se abren. Dos soldados entran con un hombre que lo tienen de los brazos. Él no puede estar de pie, parece estar abatido, su cabeza inclinada hacia adelante. Ellos lo empujan ante los jueces, él cae de rodillas. ¡Es tan doloroso lo que soporta! ¡Da tanta piedad! Dios mío, ¡es Jesús! ¡Es la escena del juicio ante Caifás! La voz me dice: “Avanza, hija mía.” Yo me abandono y veo a Jesús que porta una mirada de compasión sobre nosotros. Sin una palabra, él lanza una mirada tan dulce, tan sumisa a las gentes que gritan: a muerte. Yo lloro por él, por nosotros. Es tan doloroso que le suplico a Maurice, mi esposo ya muerto que lo oigo, de venir a buscarme. Luego lo oigo decir el Padre Nuestro. Vuelvo en mí misma. Con fuerza recito la decena del rosario. 37 Cuando llego al segundo misterio, Jesús me dice: “Cierra tus ojos.” Es como hace poco: la oscuridad, luego el color pardo oscuro a pardo pálido. Veo seres muy fuertes, como grandes luchadores; casi nada sobre su piel; al mirarlos son horrorosos, pues su cara es muy deforme, de una apariencia muy fea, humana y animal al mismo tiempo. Ando en medio de ellos. Yo estoy con Jesús que va adelante de mí. Yo no lo veo, pero sé que es Jesús. Él pone en mí su Presencia. Yo lo sigo y no tengo miedo. Todo mi ser vive de él. Estos seres están tratando de hacerse mal mordiéndose con sus dientes puntudos. Ellos se insultan, tienen mucho odio contra los seres vivientes de la tierra. Maldicen a sus hijos que aún viven o, al contrario, son los hijos que maldicen a sus padres que aún viven en la tierra. Ellos son prisioneros de estos seres horribles que les hacen daño. ¡Es horroroso! Quiero irme. Maurice dice el Padre Nuestro. Vuelvo en mí misma, lloro, estoy angustiada ante estos sufrimientos. ¡Es horrible! En la tercera decena, la voz de Jesús me invita a cerrar los ojos. Yo estoy con Maurice. Obedezco y el mismo color regresa. Estos seres deformes que veo son los mismos, más horribles todavía. Están sentados en colchones colocados en el suelo; se encuentran desnudos. Los veo por detrás, ellos se retuercen, se lamentan con sonidos lánguidos. Ellos son malintencionados entre sí. Son tan pegajosos. De repente veo lombrices de tierra que salen de su piel, insectos feos, pequeñas lagartijas horribles. Son seres feos. “Sin mí, tu Jesús, tú no puedes mi bienamada, soportar este dolor que te hace percibir cuánto mis hijos van a sufrir atrozmente”. Es tan feo, es como la concupiscencia del cuerpo en toda su fealdad. Escucho a Maurice que dice el Padre Nuestro. Yo estoy con él, calmada que esto haya terminado. ¡Es tan horrible! En la cuarta decena del rosario, es como hace poco. Jesús me dijo: “Cierra los ojos, hija mía de mis dolores.” Yo los cierro y veo seres muy feos en las piezas, ellos tienen las mismas formas. Yo me paseo por las piezas. Jesús me lleva a otra pieza. Estos seres son horribles, comen cualquier cosa. No sé qué. Me acerco o más bien avanzo en la pieza, y veo. ¡Es atroz! Ellos tienen por las piernas a los niños pequeños, muy pequeños. Ellos les arrancan la piel y se la comen. Otro toma las piernas y las sacude, con la cabeza hacia abajo como un yoyo. Otros hacen atrocidades, tan graves que grito: “¡No a los niños, no a los niños, es horrible! Yo lloro por estos niños: ¿Por qué estos niños? ¿Por qué? Estos son los que lanzan a la basura. Son niños que los padres tienen en el odio, en la violencia, sin enseñarles que ellos son amor : Ellos maldicen a sus hermanos y a sus hermanas, no queriendo hacer sino el mal, pues no les han enseñado que ellos son amor. ¡Estos niños, son los niños de este mundo! “Oh mi Jesús, sácame inmediatamente de aquí.” Maurice di el Padre Nuestro. Yo estoy agotada, tengo apenas la fuerza de decir mi decena. “¡Oh mi Jesús de amor! ¿qué hacemos nosotros? ¡Es tan horrible!” 38 En la última decena del rosario, Jesús dijo: “Cierra los ojos, mi dulzura de mis llagas.”Yo obedezco y veo personas al pie de una montaña. Ellas miran la montaña. La montaña comienza a moverse. Una cabeza sale, formada de tres cabezas de serpientes. ¡Estas serpientes son horribles! Ellas dominan, controlan a estas gentes que los escuchan como si fuera normal de dejarse dominar por estas serpientes. Las gentes no parecen tener miedo de ellas, pero yo las siento bajo la dominación como seres inocentes ante el peligro. Estas gentes están bajo su poder. Jesús me dice: “Estos seres inmundos que están bajo las órdenes de la Bestia, gobiernan a mis hijos. Mis pobres pequeños no se dan cuenta del odio que estos seres tienen contra ellos.” He aquí a la izquierda, abajo de esta montaña de serpientes, la tierra se mueve. Ella se abre y sale de la misma una montaña que se cambia en cabeza de león muy grande. Es con tanto orgullo que él gira su cabeza muy lentamente sobre el mundo que mira con odio, tanto odio que me estremezco de terror. Él emana la muerte, la dominación, la destrucción total. Él tiene los ojos del poder. Sus ojos están fijos en cada uno de ustedes. La frialdad reina allí. El poder del odio está en esa bestia. Jesús: “Hijos míos, es Satanás. Él es el ángel caído que vive en las profundidades del infierno. Él sabe que es el amo de ese lugar. Él quiere hundirlos allí para destruir la vida en ustedes. Él es el mal satánico de todo lo que no es amor. Él es la encarnación de todo lo que es vil. Hijos míos, por este escrito, les hago saber que él está allí para verlos, para quererlos tomar y matarles la vida que está en ustedes. Hija mía, yo soy tu Dios de amor que te hace escribir para ellos para que sepan que el mal quiere matarlos para siempre.” La Hija del Sí a Jesús (en la Divina Voluntad): Maurice dice el Padre Nuestro. Yo continúo la decena con él. Por obediencia, escribo lo que he visto. Es el Espíritu Santo que dicta las palabras. Todo es tan verdadero. Yo les digo: “Hermanos y hermanas míos, tomen el tiempo para pensar que el infierno existe. Es horrible. Yo lo he visto. Les suplico, mis hermanos y hermanas, digan sí al Amor. Jesús nos ama.” 24 – 9 de marzo de 2001 Tu Jesús Amor Dudas frente a mi misión de Jesús. La Hija del Sí a Jesús (en la Divina Voluntad): Estaba en un estado de duda frente a la prueba de amor que sufría: la pérdida de mi esposo y su abandono en su sí al Amor, mis abandonos continuos y la pérdida de mis sentidos para estar atenta a mi voz interior. Todo esto comenzó a probarme que yo estaba en presencia continua de la obra de Jesús. Pero yo sufría de la ausencia de Maurice. Me hacía estas preguntas: ¿Mi abandono es total? ¿Es bien la voz de Jesús o mi imaginación? Todo lo que he vivido desde hace poco, ¿es la Voluntad de Dios? 39 Yo escuché la voz de Jesús que me dijo de tomar el libro9 no lejos de mí, y de abrirlo en la página 40. Antes de leerlo él me dijo: Esto te hará crecer.” Lo que leí fue mi respuesta. Después de la lectura, mi duda desapareció. Le di gracias a Jesús por hablarme. Gracias Jesús, de hacerme conocer tu amor para cada uno de nosotros. Yo, tu hija ignorante, te pido que vengas a ayudarme, tú que me amas tanto. Jesús: “Querida hija mía, no cambies ninguna palabra de lo que te he dicho. Es mi Voluntad de demostrar mi obra en ti. Tú mi pequeña hija, sé obediente. Bendigo a los que te ayudarán a la realización de mi obra. Te quiero. Amen.” 25 – 10 de marzo de 2001 Jesús La Vida triunfa sobre la muerte. Hija mía, te voy a ayudar; apóyate en mí, entra en mí. Yo estoy en ti, tú estás en mí. ¡Cómo te quiero! Tú me sientes en ti. ¡Ah, qué lindo es estar juntos! Te quiero. La noche cuando estabas dormida en el sofá, cuando cuidabas a tus nietas, tú soñaste que veías a tu esposo que estaba en mí, tu Jesús Amor, en mi Reino. El Maligno te hizo ver la imagen de tu esposo y te turbó con sus palabras hirientes. Tú querías verdaderamente acercarte. Él se vengó empujándote con odio. Tú no comprendiste que era el Malingo. Tú te quedaste aferrada a esta imagen. Tuviste mucho miedo de sus palabras. Quisiste también proteger a tu cuñada que vive sola como tú. El Maligno quería también dañarla. Tú lo sentiste y fuiste a socorrerla. Todo terminó por un sobresalto. Tus hijos llegaron. Llegando a tu casa, me pediste ayuda; tenías miedo de estar sola en tu casa. En oración, de rodillas ante mi santa cruz, has venido hacia mí. Yo te dije: “Hija mía, cierra los ojos y mira.” Tú lo hiciste así. Tú no veías nada, pero conservaste tus ojos cerrados. Yo te dije: “Dame un beso.” Tú dijiste: “Jesús, no veo nada” y tú me diste un beso. Recibí este beso con tanto amor. En este abandono, mi Corazón apareció en tu interior. A tu derecha, tu viste mi Corazón rojo de amor para todos mis hijos. Mi Corazón sintió tanto gozo de ver un tal abandono que te hizo ver los rayos de felicidad que salían de Él. ¡Ah, qué alegría cuando viste mis rayos! Tú dijiste: “¡Oh, es el Sagrado Corazón!” Hija mía, te quiero. Hijos míos, por todos los que se abandonan al Amor de mi Corazón salen llamas de amor que se derraman en ellos. Por el Amor, reciban hijos míos, este amor que sólo un ser de amor puede recibir, por estar tan lleno de amor. Sí, hijos míos, 9. Léandre Lachance. «Por la felicidad de los Míos, mis elegidos, Jesús.» Vol 2, Ed. St-Raphaël, p. 40: «Ustedes están en mi escuela.» 40 permanezcan en el Amor. Mi Corazón desborda de amor para cada uno de ustedes. Entrega, entrega, hija mía. Yo te mostré mi Presencia haciéndote ver mi Sagrado Corazón. Tú, hija mía, en tu abandono al Amor, tú viste en ti mi Corazón. Estas palabras que te dije de pronunciarlas, escríbelas; ellas les ayudarán a todos mis hijos que tienen necesidad de mí, Jesús Amor. Hijos míos, los quiero. Amen al Amor. “Todo lo que no es de la Divina Voluntad: ¡que salga de mis pensamientos! Sagrado Corazón de Jesús, en tí confío.” * * * * * * * Todo en mí es Voluntad Divina. Yo estoy en tu interior, tú estás en mí. Tu sueño te ha mostrado la muerte. La muerte vino para mostrarte todo el mal que ella quería realizar en ti a través de la herida reciente por la muerte de tu esposo. La muerte te ha visitado por medio de su imagen y tus heridas. Yo te he fortificado. La muerte te ha comunicado su miedo de verme triunfar sobre ella. Hija mía, ¡cómo eres tan buena de entregarme tu sueño sin oposición, sumisa toda a mi Voluntad! Te quiero. Yo, Jesús, te entregué mi Presencia dejándote ver mi Corazón de amor para ti. Entrega, hija mía, las palabras de amor que hacen obstáculo a la maldad del Maligno. “Todo lo que no es de la Divina Voluntad: ¡que salga de mis pensamientos! Hija mía, mi Corazón se regocija de ver que me escuchas y resplandece de felicidad por mi fuerza . Te quiero, hija mía. Te quiero en mí. Maurice te dijo de pronunciar estas palabras: “Sagrado Corazón de Jesús, en tí confío”. Sí, hija mía, estas palabras están llenas de amor. Todo se vuelve amor en el Amor. Te quiero, mi querida Hija del Sí a Jesús. Amen. 26 – 11 de marzo de 2001 Jesús El Amor alivia sus penas. Hija mía, te quiero. Juntos, seamos uno, mi querida esposa espiritual. Todo para nosotros, en nosotros, amorosamente. El Amor te quiere. Mi bienamada, todo en la tierra es concebido por el amor. La Voluntad del Padre es fuente de amor. Mis hijos sufren estando lejos de mí. Soy el Amor que alivia sus penas. A causa de su corazón lento a creer, ellos sufren dolores atroces por la pérdida de un ser querido. La muerte no es una etapa de la vida sin alegría, ella es la que conduce al alma hacia un lugar de amor; este lugar, hijos míos, es el purgatorio en donde el alma vive su purificación de amor. En su amor por su Dios, cuando ella haya cumplido su acto de amor, toda ella será ennoblecida para que pueda venir hacia su Dios que se 41 consume por ella. Yo le diré: “Ven, mi prometida, tu banquete es tu recompensa. Yo, tu Esposo, te espero para que seas mía por la eternidad.” Hijos míos, la pérdida de un ser querido es alegría para aquel que se eleva hacia el Cielo. El alma entra a su morada en donde ella debe habitar para la eternidad. Allí no hay más que felicidad, alegría, dicha. Todo irradia paz y amor. Los que quedan en la tierra deben aceptar que el ser querido parta. Pídanme la gracia de la paz. Por su sí, estarán en paz. Su separación será menos dolorosa. Descubrirán que el amor está en ustedes mismos. Serán felices por su ser querido que ha encontrado la felicidad eterna. Esta alma ha dejado la tierra, ustedes no la pueden ver; una redecilla fina les impide ver las santas almas. Hijos míos, los quiero. Vengan a mí: solo yo puedo procurarles la paz. Amen. 27 – 12 de marzo de 2001 Jesús Yo cambio su rigor por la dulzura. Mi bienamada, a quien he permitido ser aquella que escribe para mí, sé el instrumento de mi amor para aquellos que quieren ser amor. Todo en este mundo está lleno de amargura y de odio. Yo soy aquel que es, que era y que viene. Soy la fuente de la felicidad, de la alegría y de la paz. Toda voluntad humana se encuentra en el engaño sin el Amor. Sean amor. Yo soy aquel que puedo cambiar su rigor por la dulzura. Amar es alegría; hagan la experiencia. Muchos piensan que todo es emoción. Rechazan de creer en mi Presencia constante en ellos. Rechazan toda invitación que viene de su corazón para escucharme. Soy yo quien les habla. Escuchen mi voz en su interior, pues todo está en ustedes. ¿No soy acaso quien les ha dado la vida? ¿Acaso no es normal que esté en ustedes, yo que soy su soplo de vida? Hijos míos, cesen de ahogar su vida de amor, pues todo en ustedes es belleza. Ustedes no viven que para el exterior, en un mundo de engaños. Sean lo que deben ser: seres de amor llenos de felicidad, de alegría. Los quiero tal como los he hecho. Miren los niños. Desde su nacimiento, gritan hacia mí con todos sus pulmones: “Papá soy tuyo, ámame.” ¿No se sonríen en su sueño? Ustedes dicen: “¡Ellos se ríen con los ángeles!” Es el Amor que los arrulla, que les canta himnos de amor, que ellos no rechazan. Ustedes, los padres, los envenenan con su preocupación de ayudarlos. Ustedes los quieren proteger dominándolos con su amor. Hijos míos, soy yo el Amor. Ustedes, los padres, aman a sus hijos, pero por su amor posesivo los ahogan. Yo, el Amor, soy el único que alimenta el amor en ustedes, el verdadero amor. Amen a aquél que les quiere el bien. Yo no tengo sino amor a darles y el resto vendrá por añadidura. Yo sé mejor que ustedes de lo que tienen necesidad, cuándo y por qué 42 medio lo deben obtener. Miren cómo me ocupé de Job después de su prueba. En el amor, le di más de lo que él necesitaba. No tengan miedo, cuando el Amor los toma, les hace crecer en una eterna felicidad. Todo dolor, toda pena son fuentes de felicidad cuando el Amor está en ustedes. La pérdida de los seres queridos es una etapa normal de la vida. Ustedes dicen: “La muerte es la única justicia de esta tierra...” . ¡Cómo es de humano el punto de vista de ustedes! La muerte es alegría y felicidad para la persona que va hacia la felicidad eterna. El amor es reconfortante para aquellos que se entregan al Amor y se dejan consolar por el Amor. Su corazón se deja arrullar, mimar, amar. Qué gran paz de escuchar al Amor que les dice: “¡Te quiero, te quiero! No tengas miedo, ahí está, el ser querido.” Yo no puedo castigar o dejar sufrir a los seres que se han amado toda una vida en la tierra. Yo abro un pasaje del Cielo a la tierra para que siempre estén juntos, de una manera diferente, muy cerca, más de lo que nunca han estado en la tierra. ¿Qué pensar de los seres que se han entregado sin rodeos, sin ningún pensamiento contra la Voluntad de Dios? En la Divina Voluntad, mi Padre permite que los seres cercanos a nosotros se comuniquen con ustedes. En su incredulidad, ustedes rechazan de escucharlos. Ustedes sólos son los que cierran este pasaje de la Voluntad Divina. No es permitido pensar a la muerte como una ruptura definitiva. Todos estamos en el amor. Este amor no tiene fronteras, espacio; todo está ligado, soldado por el amor. Ustedes son seres de amor concebidos para el amor. Sean lo que deben ser : seres llenos de amor. A ustedes sólos de convertirse en estos seres. Libérense de sus desperdicios humanos que hacen de ustedes seres vacíos de amor. Los quiero tanto que todo mi Ser entra en éxtasis de dolor10 cuando ustedes rechazan mi amor. Los quiero tales como son con sus defectos, sus errores humanos. Digan sí, se los suplico. Yo lloro de amor por ustedes que tienen miedo de amar al que muere de amor por ustedes. Los quiero. Vengan a mí, los que lloran, y yo los consolaré. Vengan a mí, los que tienen sed, y yo los saciaré. Vengan a mí, los que tienen hambre, y yo los alimentaré de mi amor. Eterno es mi amor. Tierna y eternamente, los quiero. 10. Todo en mí es amor. El amor es mi contenido. Soy un Ser que se funde en lo que es. Todo mi ser está en un estado de amor. Yo soy amor. Comprendan, hijos míos, que nada en mí puede conocer el mal. Todo en mí es puro. Soy la Pureza. Cuando en mi Agonía viví el dolor de verme en estado de pecado, es mi Ser humano que aceptó de vivir todos los pecados del mundo pasado, presente y futuro, como si yo mismo los había cometido. Ellos estaban en mí. Ellos hicieron de mi un Ser de pecado. Todo lo que le presenté a mi Padre era impuro. Todo mi Ser estaba en el dolor de sentirme impuro. Yo caí en un estado de dolor extremo que sobrepasa todo estado del ser. Esto se hizo por mi Divinidad. Yo veía a todos aquellos que no aprovecharían de mis gracias. Esto fue para mí un dolor que sobrepasó el estado de mi ser para dar lugar a un éxtasis de dolor. Sí, hijos míos, todo lo que sobrepasa lo humano sobrepasa su comprensión. 43 Mi querida, mi dulce amada de mis dolores, sé la que me ama por aquellos que no me aman. Tengo tanta necesidad de que me amen. Ámame. Te quiero, mi amor. Te amo, mi dulzura. Amen. 28 – 13 de marzo de 2001 Tiernamente, Jesús Amor Escuchen a su corazón. Mi bienamada, muchos de mis hijos no saben a dónde buscar el Amor. Ellos no me buscan sino que cuando tienen temores. Sí hijos míos, todo el día, ustedes no se detienen, ustedes no me escuchan. Yo les hablo por medio de signos. Se les conceden actos de amor y ustedes no lo saben apreciar. Sean de aquellos que no tienen sino un solo fin: el mío. Tengo mucha prisa de ser aquel que ustedes buscan, yo que quiero que me escuchen completamente. No sean incrédulos. ¡Soy yo que está en ustedes, que los ama con un gran amor! Este amor es un tesoro que sólo un Rey de amor puede darles. Ayer, en tu grupo de oración, escuché las peticiones de todos, pero muy pocos escuchan mis palabras que resuenan en sus corazones. Mi tierna y dócil hija, por obediencia has sido humillada en mi sufrimiento; ella se ha asociado a mi sufrimiento y ustedes le han acordado un interés fútil11 a esta escena de llantos. Sus lágrimas eran las mías, no lo duden. Yo soy quien vive en ella. Ella se ha abandonado totalmente a mí. Yo la quiero en su abandono total en la Divina Voluntad. Mis queridos hijos, ¡cómo me gustaría que ustedes me escucharan! Ustedes escucharían mis palabras de amor que yo les reservo sólo a ustedes, palabras que les arrullaría. En sus momentos de tristezas, yo los reconfortaría con mis palabras de miel. Yo los quiero. Yo soy el que quiero su abandono en mi Ser por completo, prisionero en ustedes. Mis seres de amor, yo soy su único amor en esta tierra donde todo no es más que maldad. Esta maldad resulta de su incredulidad y de su ausencia de amor. Escúchenme, yo estoy muy cerca de su corazón. Espero que me dejen entrar como su único amor, no es que yo no quiera que ustedes no amen más a su prójimo: yo soy su prójimo. Yo estoy en cada uno de ustedes. 11. Esa noche, las personas en oración ante mi Presencia vieron a esta hija en llantos. Ella se ha entregado a mí sin enorgullecerse de lo que pueden aspirar para satisfacer su deseo de mostrarse. Ella no se preocupó de los sufrimientos que le dió el hecho de mostrarse en estado de debilidad. Aún si eso podría perjudicarla en su persona, ella lo hizo por obediencia, por amor a mí. Ellos vieron todo eso. Ellos vieron que esta hija consentía a entregarse como ejemplo de piedad acompañándose de llantos. Esto engendró en ellos la incomprensión con relación a su presencia esa noche. Lo que a ustedes les parece fútil, hijos míos, es a veces un perjuicio para ustedes mismos. 44 Ustedes me piden y no me dejan administrar sus peticiones. Entréguenmelas totalmente. En este abandono, tengan confianza que todo se realizará. Ustedes que rezan en lo invisible por sus hermanos y hermanas, aún si no me ven actuar en las causas desesperadas, yo actuaré en ellos. Agradezcan, den las gracias, tengan fe que todo se realizará como yo lo quiero, no como ustedes lo desean. La Divina Voluntad es la Voluntad de mi Padre Todopoderoso. Su bondad no puede compararse, su fuerza no tiene adversario. Él es el Dueño absoluto del universo. Hijos míos, sean mis hijos de mi luz; ella es mi presencia en ustedes. Los quiero. Yo los quiero perfectos como yo lo fui para mi Padre celestial en mi Pasión, con el fin de regresarle todo lo que le es debido: un amor entero, sin retención, en un abandono total de amor. Estén atentos a su corazón que no debe de latir más que por el Amor. Todo es amor. Ustedes son amor. Nosotros somos Amor. ¡Cómo sería todo de hermoso! Yo vengo para hacerlos felices, no para atormentarlos. Me sirvo de instrumentos que utilizo como yo lo quiero. No sean seres que quieran actuar sino según sus necesidades. Este mundo está lleno de seres embebidos de sí mismos que se dan placeres, sin saber que estoy ofendido por sus faltas hacia mis atenciones de amor. ¿Acaso no fui yo quien ha muerto por ustedes para darles la vida eterna? ¿Es que no valgo la pena? Mis queridos hijos, yo soy el Ser que les ha dado todo sin reservas. Vengan, pequeños de mi Padre, y les daré la felicidad, una felicidad que nunca terminará. Amen. 29 – 14 de marzo de 2001 Tu Jesús de amor Ideas preconcebidas. Mi querida hija de la Divina Voluntad, todo lo que está escrito tiene por objeto de demostrar a qué punto yo los quiero. Soy todo para ustedes, mis queridos hijos. Soy el Ser de amor en quien mi Padre ha puesto todo. Soy para cada uno de ustedes el por qué de haber nacido: para ser seres llenos de mí mismo. Ustedes son vasos vacíos, yo soy el contenido. Yo soy su Todo. Nada de lo que ustedes quieren corresponde a lo que yo soy. En mí, nada es complicado. ¡Todo es de una gran sencillez! Algunos dudan de mi Presencia en ellos. Esto les parece demasiado simple. Ustedes son como los fariseos que no me aceptaron porque era el hijo de un hombre simple, José, mi muy dulce papá de la tierra. Ustedes, que el mundo les ha colmado de bienes materiales, están demasiado llenos de ideas preconcebidas. No sean jueces analizadores. Ustedes son mis hijos rebeldes que quiero ablandar por mi amor. Mi amor les hará más felices de lo que ustedes puedan imaginarse. 45 Todo en este mundo está basado en la investigación excesiva de su bienestar. Ustedes son seres simples de amor, criaturas dotadas de dones escondidos. Por sus faltas de sinceridad hacia ustedes mismos, no tienen confianza sino que en este mundo que no es nada. Este mundo, ¿vale la pena que nos detengamos verdaderamente? Hijos míos, todo está en ustedes. Encuentren lo que les falta; en ustedes, me encontrarán, el Amor incondicional. ¡Yo soy tan amoroso con cada uno de ustedes! Soy el Amor que está en ustedes, ustedes en Mí. Nunca cesaré de repetirles. Hijos míos, escuchen ésto: “Yo los quiero, los quiero para mí con el fin de que sean amor.” Ustedes son mi Ser en ustedes, yo soy su ser en mí. Lo que quiero decirles con esto, es que ustedes viven gracias a mi Vida y que, yo, yo no vivo en ustedes si ustedes no me aceptan. ¡Vean, hijos míos, todo es de una sencillez perfecta! Es así que el Padre celestial lo quiere. Todo está en la sencillez. Nada puede perturbar lo que esta hecho en la sencillez. Ustedes sólos complican las cosas que son amor. Sean amor. Yo les explicaré las etapas al mismo tiempo en la medida de lo posible, sin molestarlos en sus vidas. Un esfuerzo de amor es un paso a la felicidad. Vengan a mí y yo los llevaré al Paraíso en donde todo es para ustedes, en donde el Amor reina sin problemas, sin remordimientos, en donde todo es claro. Mis tiernos amores, ¿qué esperan para sacudirse el polvo? Su vaso está colmado de polvo. Yo soy y seré su Ser querido que no tiene sino un solo objetivo: amarlos. El amor es un llamado que no se debiera ignorar en un tiempo en que todo es sufrimiento. Yo soy el único que puede ayudarlos en este mundo de placeres efímeros que les deja un sabor amargo. Yo los espero. Estoy muy cerca, tan cerca que si ustedes se dan vuelta, nos abrazaríamos en un instante. Estoy tan impaciente porque te vuelvas. Cada uno de ustedes es único y lo que es bello en ustedes, es que cada uno es especial. Déjense amar. Queda tan poco tiempo antes de mi venida. Todo debe llegar en un tiempo determinado por la Divina Voluntad. No tarden. Yo los quiero a todos dentro de mi amor para acogerlos como la rosa que guardan en su corazón; ella es tan preciosa que sólo tienen un deseo: estrecharla en su corazón. Yo los quiero. Ámenme tiernamente. Un amor que espera. Jesús, el que los espera. Tú, mi querida, que te dejas introducir en mi amor, te amo. ¿tú me amas? Abrazo tu corazón que está unido, soldado al mío y con Mamá, tu dulce Mamá de amor, María. Te quiero. Amen. 46 30 – 14 de marzo de 2001 Jesús Sólo Yo soy juez de mis acciones. Querida hija, tomo todos estos sufrimientos causados por la pérdida de tu querido esposo Maurice y los guardo para cambiarlos mejor en un bouquet de flores. Cuando llegues al Paraíso celestial, tú serás como una reina que se adorna con pétalos de flores. Tú serás mi reina de la dulzura que todo me ha legado por amor para su prójimo. Te quiero, mi querida oveja. Tu Jesús que te ama. Tú que quieres guardar este mensaje para ti sola, hija mía, ¿acaso no soy yo el Amor? ¿Acaso no puedo mostrar a todos mis hijos lo que les reservo a mis queridos hijos de amor que se abandonan totalmente? Soy yo, hijos míos, quien soy el único juez concerniente a mis acciones. Soy el Amor que doy a aquellos que se entregan a mí. Muéstrame a los otros tal como yo soy, sin reservas hacia mis hijos que he amado más que a mi propia Vida. Yo te amo porque tú estás en mí para mí. Anda, ahora, come. Te quiero, mi dulzura, hasta pronto. Amen. 31 – 15 de marzo de 2001 Jesús Su primaveral belleza. Mi hija de la Voluntad de mi Padre, tú escribes para afirmar que soy yo el único Ser que puede salvar a tus hermanos y hermanas en peligro de perder su alma. He puesto lo necesario para el funcionamiento de mi nueva Iglesia. Hijos míos, no sean incrédulos. Todo se hará y, muy pronto, todo será hecho de la manera que su Jesús de amor lo quiere, no al tiempo de ustedes, sino al mío, pues yo sé mejor que ustedes cuándo será el buen momento. Todo se prepara lentamente y con precisión. Vean las etapas que se acumulan en su corazón ligado al mío; la Vida es una fuente de felicidad para todos aquellos que quieran entrar en ella. Vean cómo preparo los árboles en la primavera: después de un rudo invierno que todo parece muerto, todo revive, todo reverdece, cuando nada parecía poder tomar formas de alegría para sus miradas. Yo soy el Dueño de esta naturaleza, yo, el Dios vivo de su ser que, para algunos, está sin vida. Déjenme nacer en ustedes, su fuente de felicidad. Yo quiero que se enracinen en mí, retoñando, tales como los botones de las flores que se abren al contacto de mi amor. Yo los quiero, no duden de mi amor para ustedes, mis queridos hijos. Yo soy el Autor de la belleza. ¿Qué no daría para que mi belleza despierte su primaveral belleza que resplandecería bajo los agradables rayos del sol? Soy yo el poeta de su vida interior. Vengan a verme bañar sus almas de rayos de amor que brotan en las corrientes del océano de mi amor. Yo soy un loco amoroso de ustedes, mis amores. 47 Aunque su amor no es igual al mío, mis pruebas de afecto sin fin se alimentan de saber que son míos para la eternidad. Que todo sea armonioso en la corriente de mis dulzuras bañadas de mis delicias. No sean, pues, ingratos ante tantas pruebas de amor; yo utilizo tantas gentilezas. ¿Qué me falta para convencerlos que sólo el Amor puede seducirlos así? Soy el Mendigo del amor. Yo los quiero. Amen a ese mendigo que está con harapos de amor, listo a hacer otros gestos de amor para seducirlos. Yo estoy y estaré siempre cerca de la puerta de su corazón con la esperanza que ustedes me abran. Yo soy su Amoroso, ábranme. Los espero desde hace mucho tiempo. ¿Qué esperan ustedes? Yo los quiero. Aunque ustedes me ignoren, siempre los esperaré; el tiempo es tan precioso. Este tiempo lo detengo, gracias a las almas sacrificadas por amor que se consumen por mí. Este tiempo, tomen conciencia, es un tiempo de amor. Se los suplico, ámenme. Es tan difícil para mí, de saber que ustedes sufren sin Amor. Me gustaría mejor morir otra vez en la cruz que renunciar al amor de ustedes, que es mi amor. Aunque yo sea el que quiera ser todo en ustedes, sin embargo no puedo forzarlos a amarme. ¿Qué quedaría entonces del verdadero amor? Un amor forzado no tiene fuerza alguna, él se destruye con el mínimo movimiento. Yo los amo demasiado para imponerles una presencia no querida que sería una espina en su corazón. ¿Realizan ustedes que esta libertad es querida por el Amor verdadero que está sufriendo? Yo espero y espero. Ámenme. Yo espero. Su Amoroso en espera, Jesús. Persígnate. Amen. 32 – 15 de marzo de 2001 Jesús En la elevación, depositen sus sufrimientos en el altar. Escribe, mi bienamada. Todos me verán en sus corazones. El que quiera vivir de mi amor recibirá el amor. Soy el único que puede darle lo que él desea: felicidad perfecta sin falla ni tormento. Vengan, mis queridos hijos, yo los llamo a consagrarse a mi Corazón de amor. Ustedes son aquellos por los que yo sufrí en la cruz. Llevar una cruz es absolutamente necesario para obtener la vida eterna. Algunos tienen tanto miedo de sufrir. Ellos no perciben que viven de sufrimientos a lo largo de sus vidas sin realizar que llevan su propia cruz. Qué trastorno, hijos míos, de no realizar que eso es necesario e inevitable para expiar sus errores. Ustedes no podrán darse cuenta de la evidencia que al momento 48 de su muerte. Algunos habrían podido salvar las almas rebeldes que no quieren hacer la Voluntad de Dios. Ustedes, mis queridos hijos, al momento de la elevación, ofrezcan a mi Padre sus sufrimientos con los míos. Deposítenlos en el altar. Es mi Calvario que se continúa. Es y será la salvación para ustedes y para aquellos que deseen ofrecer sus sufrimientos. Tengo tanta necesidad de sus sacrificios. No sean egoístas que no ofrecen sino que por ellos olvidando a los otros. Ofrezcan con abandono, sin reservas, con amor para mí que he redimido sus faltas. Yo las he llevado a lo largo de mi camino que me llevó a la montaña de mi gloria. Esta gloria era su felicidad para un mundo mejor, el mío, el de mi Padre celestial. Todo es para complacerlo. Mi sacrificio ha sido una alegría inconcebible para ustedes que no comprenden el valor del amor entre el Padre y el Hijo que se han entregado completamente, sin tener otro interés que el de las criaturas del Padre, mi Padre y vuestro Padre celestial. Hijos míos, yo morí por ustedes solos. Los hijos que, en su amor, mi Padre creó por su soplo de amor, son y serán para la eternidad su felicidad, su alegría, su amor, aunque no tenga necesidad de ustedes por ser el Ser Supremo. Él es un Todo de amor cuyo único fin es de amar, de amar, de amar. Hijos míos, no busquen analizar lo que yo hago a través de mis elegidos, ellos son simplemente bolígrafos que se deslizan en una hoja blanca. Estas palabras están grabadas en mi Corazón; pueden verlas en estas páginas para que sus ojos puedan leerlas. Yo los quiero, los benditos de mi Padre. Estén atentos de lo que se escribe por medio de estos dedos que bendije. Ellos son obedientes a la voz que oye mi bienamada, la dulzura de mis gritos de sufrimiento. Yo la amo y no quiero que nadie le haga daño. Protejan lo que me pertenece. Ella es mía, no lo duden. Sólo ustedes, hijos míos son los que sufrirán las consecuencias de sus faltas de amor hacia su prójimo que me escucha. Déjenme decirles palabras de amor que me ahogan desde hace tanto tiempo a través de los años, los siglos, los milenios que han pasado como la arena que pasa en el reloj de arena y que, muy pronto, se detendrá. ¡Qué felicidad será la mía y la de ustedes cuando, en un tiempo determinado, nos veamos! Yo ansío verlos, de tenerlos en mis brazos. Sí, yo estaré bien en carne y huesos como ustedes, hijos míos. Lo que ha sido escrito por la mano de mis elegidos es verdad. Yo no tengo sino que amor a darles y este amor los alimentará, los colmará, los saciará más de lo que se puedan imaginar. Hijos míos, es tan simple de amar. Yo soy el Amor, ámenme. Yo soy todo en ustedes, los quiero a todos. 49 Hasta pronto. Los quiero de un tal amor que sólo un ser que es amor puede comprenderlo. Sean este ser. Hasta pronto, mis queridos hijos bienamados. Amen. 33 – 15 de marzo de 2001 Jesús de amor La purificación pasa por la confesión. El rosario es la contemplación de una continuación de acontecimientos ocurridos de improvisto en mi vida pública con mi dulcísima Madre del Cielo. Hemos vivido nuestras vidas, ella y yo, para ustedes, hijos míos, en la Divina Voluntad, con el único objeto de hacerles descubrir la grandeza y el esplendor de la gloria de Dios mi Padre, que es su Padre por mi nacimiento en su tierra. Mi bautismo ha sido bendecido por mi Padre con el único fin de que se hagan bautizar, lo que les hace hijos del Padre, luego hermanos y hermanas en mi santa Iglesia. Yo morí por ustedes en una extrema agonía, para llevar conmigo en la muerte, todos sus pecados. En la tierra, ningún pecado subsiste si ustedes se confiesan con un sacerdote pidiendo el perdón por sus faltas cometidas contra mí. Y mi madre la Iglesia resulta de una continuación de abandonos en el amor del prójimo.12 Ella es parte de mi Ser. Ella está hecha por ustedes que me han pedido de volverlos puros dándome su consentimiento al Amor. Yo soy el Ser último quien perdona a través del sacerdote que oye sus faltas. Soy sólo yo quien perdona sus faltas por medio de sus santas manos que les dan la absolución. No tengan miedo a la confesión. Es mi acto de abandono que se continúa a través de su acto de abandono en mi amor. Yo me entregué a la muerte para ofrecerles su liberación. Si yo no me hubiera abandonado al acto último de la muerte, ustedes no podrían ser reconocidos como hijos que renuncian a sus pecados. Sus pecados son la muerte de su alma.13 Cuando ustedes vienen a la confesión, es 12. Hijos míos, yo soy el Amor. Yo me entrego a ustedes. Yo he hecho nacer la vida en ustedes. Por mi muerte y mi resurrección, conocen la absolución. Reconociéndose pecadores y por su respuesta al llamado del Amor que se ha entregado, ustedes vienen a la confesión. Yo me he ofrecido a mi Padre para que ustedes sean hijos de Dios. Reconozcan el amor de mi Padre para cada uno de ustedes. Él está en todo lo que he realizado. Mi Iglesia es el resultado de mi Presencia en todos mis hijos, ella es el fruto de la ofrenda de mi Vida para cada uno de ustedes. Cada perdón es deseado por nosotros, mi Padre y yo. Todos aquellos que se presentan para obtener el perdón, reciben nuestra aceptación. Nosotros no negamos la absolución ante el arrepentimiento. Mi Santa Iglesia es la madre de todos los hijos del mundo que se entregan a ella. Ella, mi Iglesia, los toma en su seno, aceptando de darles su absolución. 13. Yo soy la Vida. La Vida está en mí. Cuando un solo pecado mancha su alma, ésta está privada de la Vida que soy yo. Yo soy la vida del alma. Cuando el alma está privada de su vida que está en mí, ella se muere sin su Amoroso. Todo hijo está en mí. Él debe de vivir en mí. ¿No sabían que un sólo pecado mortal puede conducirlos al infierno, ya que su alma está muerta? Yo, por mi Presencia, vuelvo a darle vida al alma. Sin mí, ustedes están muertos. Yo soy la Vida. Toda vida está en mí. Hijos míos, ¿no sabían que ustedes condenan su alma a la muerte cuando le impiden de vivir con la Vida? Yo soy la Vida. Quien vive en mí esta vivo. Ustedes son muertos ambulantes sin mí. 50 cuando se abandonan a mi amor para ser salvados por mí que he tomado todos sus pecados llevándolos a la muerte. Este es el acto de amor que los ha salvado. Cada vez que uno de mis hijos se entrega con toda confianza en el sacramento de la penitencia, yo lo colmo de gracias de amor que lo hace avanzar en mi amor. La Pasión es el fruto de mi amor por la humanidad tan débil en su naturaleza. Solo ustedes podrán ayudarse siendo hijos obedientes a escuchar mi voz, yo que no soy más que amor. Mi gloria y la de mi Madre están unidas para enseñarles el camino que lleva a mi Padre del Cielo, su Padre, a ustedes que ha amado tanto hasta entregar a su Hijo, su único Amor. Este don es el fruto del grandísimo amor que sólo este Padre puede tener. Él es el Todopoderoso. Su Vida es eterna. Él es y será. Él no tendrá fin. Él no tuvo comienzo. Él es omnipotente. Mis bienamados de mi Padre que son y serán para toda la eternidad, sean hijos de amor con quienes él pueda apreciar su Obra . ¡Todo es tan perfecto en lo que él ha hecho! Nada falta en su Obra sino su sí, este sí que sólo ustedes pueden pronunciar. Si María es la Madre de su hijo Jesús, ella es también su Hija bienamada en quien ha puesto sus complacencias. Tenemos el mismo Corazón. Un mismo sí fue el fin de nuestro amor, un simple sí que Dios esperaba de nosotros, en un abandono total a su amor. ¿Qué tienen que hacer, si no el abandonarse en su saneamiento que es su sí? Mi sí es el de todo su ser que está en mí. Yo soy el que soy y será para ustedes el solo y único medio de acceder al amor del Padre. Vengan a mí y yo los conduciré al Padre que es mi Padre. Yo los quiero y ustedes me amarán de un tal amor que sólo yo puedo soportar las alegrías, pues ustedes se desplomarían bajo el peso de tanta felicidad. Yo soy el que es todo para ustedes. Sean también todo para mí y estaremos muy pronto reunidos en la ruta que lleva a la felicidad. El sacramento de la penitencia es ¡tan hermoso, tan poderoso! Abandónense en el Amor que quiere cubrirlos de su sombra de amor. Cuando ustedes se presentan ante mi sacerdote, es ante el Amor que se presentan. Estén seguros que este acto de abandono es un acto de renunciación en la Divina Voluntad que no quiere sino el bien de ustedes colmándolos de su amor. Sean seres de amor teniendo como único objetivo abrazarse en un amor sin límites, mi amor que se ofrece en holocausto para ustedes. Yo soy el Cordero inmolado, el Cordero tan manso que ha presentado todo con un ligero dolor en el Corazón, el de no poder tenerlos a todos en su Corazón, pues muchos se pondrán al servicio del Maligno en vez de entregarse al Amor. El Amor no pide que el amor de ustedes y que no participen a las obras del Maligno dominando al prójimo. Hijos míos, ¿qué esperan para ver claro? El Maligno es quien les quiere el mal, él es el dominador del mal. Yo soy la víctima del 51 Amor. Su elección ¿es la que les permitirá tener la Vida en ustedes, porque yo soy la Vida en ustedes? Yo los amo tiernamente. Y tú, mi bienamada que no sabes lo que escribes, tú me tienes confianza con tan grande amor que yo me fundo de amor en ti, y tú en mí. Mi Madre te cubre con su presencia. Yo soy su único recurso. Ella es mi Presencia en ella, y yo soy su Presencia en mí14. Nosotros no formamos que un solo Corazón. El mío es todo de ella, el suyo es todo mío. Tú, mi pequeña, tu corazón se ha fundido en nuestros Corazones. Tú eres lo que has querido. Nuestros corazones están unidos para siempre. Mi bienamada, sé siempre mía. Te quiero. Persígnate. Amen.

Cumprimento do Pai Nosso

 Thy Will be done on Earth as It is in Heaven This petition in the Prayer of Jesus to our Father in Heaven is of the highest importance for ...