Mas Dios, al darles las almas a aquellos sacerdotes, escribas y fariseos que habrian de oponerse a su Verbo hasta el extremo de hacerle morir en la crux, no creo almas especiales de deicidas, de crueles, de injustos, de avidos de poder ni de falsarios. No. Creo para ellos almas en un todo iguales a las de todos los hombres. Iguales por creaciOn, viniendo despues a ser tam-bien iguales por la lesion del Pecado original, como iguales eran la Ley y la Revelacion para todo Israel e iguales asimismo en el dis-frute de la libertad de querer que tenian los de superior condicion y los mas bajos. Mas eran muchos en demasia los del Templo y de las Sinagogas en los que la justicia hallabase por dernas decaida, el Templo sa-grado habianlo convertido en «cueva de ladrones» (Mateo-Marcos-Lucas) y los hipocritas habian venido a ser los descendientes de los Asideos. Los degenerados descendientes de lo Asideos. Porque estos fueron hombres de elevada y autentica moral, de una completa fideli-dad a la Ley y a la doctrina de Moises, de nobles sentimientos de amor patrio por el que supiereon combatir y morir para salvar la m-elon de los engatiadores y corruptores. Por el contrario los fariseos eran rigoristas tinicamente por fuert, mientras que por dentro y en la sombra eran «sepulcro's blanqueados llenos de podredumbre» y aun-que se tuvieran por «los separados» de los mas, no lo eran precisa-mente por haberse apartado del pecado. Y, como ellos, eran los escribas que habian deformado y hecho imposible la practica de la Ley al recargarla de tradiciones atiadidas por ellos. Asi es cam° sus almas pudieron ilegar a ser deicidas y su libertad, esa libertad que Dios les otorgo, la emplearon para matar al Hijo de Dios. Matar al Hijo de Dios! iCalumniarle! iPresentarlo por lo que no eral. Mas i,es este acaso pecado exclusivo de entonces? No, sino que tambien ahora se da ese pecado. Y si bien no se alza directamente la mano para abofetear, torturar y matar a Cristo, se la levanta asi-mismo sobre El, presente en sus siervos. Porque es tambien ahora Jesus el que sufre en los que son perserguidos cualesquiera que sean las persecuciones que sufren. Saulo de Tarso no mataba personalmente a los cristianos, pero «apro-boba su asesinato» (Hechos 7,56) y «asolaba la Iglesia penetrando en las casas y llevandose a los hombres y mujeres a los que hacia encarcelar» (Hechos 8,3). Era un Anticristo en activo el que, mas adelante, habia de ser Apostol y Vaso de eleccion, el que habria de combatir con singular perfeccion al anticristo hecho presente sin perdida de tiempo en las diver-sas regions en las que surgieron las iglesias de Jesus. Mas mientras iba a Damasco «respirando amenazas y muerte contra los discipulos del Sefior» provisto de «cartas para las sinago-gas de Damasco con las que poder llevar detenidos a Jerusalen a cuantos encontrara de aquella fe» (Hechos 9,1-2), Zque le pas6? El encuentro con Cristo cerca de Damasco. Y i,que le dijo Cristo? Por ventura le pregunt6: «ZPor que persigues a mis siervos?» No, sino que le dijo: «i,Por que me persigues?». Jesus era el perseguido. Es Jesus el que sufre la persecucion en sus siervos puesto que esta en ellos y en ellos continua su PasiOn. Y quien persigue a un siervo de Dios, a un hijo adoptivo de Dios y hermano de Jestis, hiere igualmente a la Palabra del Padre, al Hijo Unigenito del Padre, a Jestis que, como Dios, esta en el Padre y en los verdaderos cristianos. C,Pecado este tinicamente de ahora? No, sino de siempre. Y no siempre los que persiguen a los .siervos de Dios y a los hermanos mas queridos de Cristo son los anticristianos de la mas variada con-sino que muchas veces la persecuciOn proviene de quienes de-bieran ser ayuda para ellos; de quienes, por orgullo, no quieren que otros, «los mas bajos», se eleven hasta donde ellos no alcanzaron; de quienes, por ser tibios, no pueden comprender como otros sean llama fundida con la Llama: espiritu del hombre hecho llama por la caridad de Cristo y para Cristo, hecho una sola cosa y un solo Fuego con el Espiritu de Cristo; de quienes no recuerdan bien ni comprenden como es debido uno de los himnos mas bellos que contiene el Evangelio: «Sea dada gloria a Ti, Padre, Senor del Cielo y de la Tierra porque escondiste estas cosas a los sabios y prudentes y se las revelaste a los pequerios» (Mateo 11,25; Lucas 10, 21); y; por ultimo, de quienes «por acepciones personales o deseo de regalos» (Deuteronomio 16,19) se hacen ciegos y faltan a la justicia. Errores inherentes a la debilidad del hombre que, por mas que se •ubra con vestiduras sagradas, continua siendo «hombre». Errores que han llevado a. siervos ,de Dios a las llamas y a las carceles y que, min hoy dia, colocan cadenas, que por mas que no sean cadenas ma-teriales, son ciertamente siempre cadenas: a la doble libertad del indi-viduo elegido siervo por su Senor, a la libertad del hombre que, aun cuando no realice actos que vayan contra el sentido de la ley del Estado y contra sus semejantes, es siempre sagrada y contra la liber-tad especial del siervo de Dios que quiere servirle como El se lo demanda. Antes, mucho antes que Jesus, la voz de los profetas predijo que los pueblos que no conocian al Senor llegarian a ser «su pueblo» en lugar de aquel que no le quiso reconocer. Jesus, muchos siglos des-advierte a los suyos que «los Gentiles les aventajarian en justi-cia a muchos de ellos». Y les di6 ejemplo de como tratar a los Gentiles y a los pecadores para conducirlos al Camino, a la Verdad y a la Vida. Con todo, los mismos Apostoles, con estar amaestrados directa-mente por la palabra y el ejemplo del Maestro, a causa de su rena-ciente orgullo de ser «hebreos», pusieron abstaculos al trato con los Gentiles. El ejemplo de Pedro con el centurion Cornelio (Hechos 10) clic!, a entender a todos como el orgullo puede detener la conquista se las almas o permitir que estas no accedan a la Vida. Y Dios hubo de intervenir con un milagro para persuadir al .ApOstol de que «Dios no hace distincion de personas sino que en cualquier nacion le es acepto quien le teme y practica la justicia» (Hechos 10,34-35). Jesus y antes que El los Profetas hablaron claramente sobre la condicion de Cristo. Y,' con todo, llegada la tarde del Jueves, por mas que se hubiesen fortificado con la purificacion y la Eucaristia que les administrO el Pontifice eterno, he aqui que la debilidad hu-mana, que no desaperece con la consagraciOn, les hace huir despavo-ridos y avergonzados e, incluso, renegar. Y el mismo Pedro, sucesor de Jestis en el gobierno de la Iglesia, es el que le niega.Y despues, bien que hubiese sido investido una y otra vez por el Espiritu Santo, no fue lo debidamente comprensivo con sus hermanos en el ejercicio sacerdotal, mostrandose debil hasta el punto de adoptar dos modos de vida (Galatas 2, 12) por miedo a las censuras o enemistades.
El hombre nunca deja de ser hombre. «Como ninos recien naci-dos» (P Pedro 2,2) que anhelan la leche espiritual pura para crecer y llegar a ser «estirpe elegida, sacerdocio real, nacion santa, pueblo de Dios», asi Pedro, de hombre se hizo santo, hereicamente santo, cada vez mas santo, viniendo a ser de verdad, mediante un trabajo asiduo, «un otro Cristo». Como tambien lo fue Pablo, «el hombre» en el que la ley de la came (Romanos 7, 23) luchaba contra la ley del espiritu; el hombre que, tras haber sido arrebatado. el tercer cielo, aun probo las bofetadas del angel de Satands, el estimulo de la came (2a Corintios 12,7). Como «hombres» fueron igualMente tantos otros siervos de Dios, martires de su yo y por fin bienaventurados por haber vencido al yo y haberse regenerado en Cristo. «i,Cuantas veces habre de perdonar?» preguntO un dia Pedro a Jesus. Y Este le contestO «Setenta veces siete», es decir, un ntimero ilimitado de veces, ya que Jesiis sabia que el hombre, aun regenerado por la Gracia, nutrido con la Eucaristia, confirmado en la Gracia por la Confirmacion y hasta elevado al Sacerdocio, siempre seguiria sien-do «hombre», el necesitado de compasion y de perdon por su procli-vidad al error. Y a no tardar, bien por orgullo o por tibieza, surgieron en el seno de la Iglesia separaciones y herejias. Y ahi estan los gnOsticos, nicolaitas, simoniacos y bileamitas. Y mas tarde los antipapas, la epoca triste de la corte pontificia en AvitiOn y la mas triste min del nepotismo y cuanto con el mismo se relaciono. La Iglesia, astro pe-renne, tiene, como todo astro, sus fases, y al ser llama que no se apaga, tiene, como toda llama, sus alternativas de llama viva y se-miapagada. Mas puesto que Jesus, su Cabeza, y el Espiritu Santo, su Alma, son eternos y perfectisimos, como eternos e infinitos son su poder y su querer, asi Ella puede tener fases momentaneas de decaimiento y debilidad; mas no puede caer del todo ni apagarse por completo, antes, tras de una de estas fases, como persona aquejada de un sopor y vigorizada por una medicina potente, toma Ella despierta y vigorosa a su servicio y a su admirable mision universal, siendo de destacar que, precisamente, lo que producia pena contemplar en Ella —momentaneas relajaciones o persecuciones de sus enemigos— viene a ser la causa de una nueva fase suya •ascendente. Aquellos que tan inclinados son al orgullo, amigos de criticar y de juzgar a todos menos a si mismos, diran tras estas palabras: «Como Ella es sobrenatural no puede menguar en su perfecci6n». Esto diran los primeros. Y los segundos diran a su vez: «Si fuese tal como quieren decir que es, seria perfecta en todos sus miembros y sin embargo...» y citaran casos y casos mas o menos verdaderamente reprensibles; y digo verdaderamente porque a las veces una cosa puede en apariencia no ser buena cuando en realidad to es. Y ambos se equivocaran porque la Iglesia es, si, una sociedad o congregacion de miembros elegidos, regenerados por la Gracia del Bautismo, confirmados y perfeccionados por la virtud y dones de la Confirmacion, nutridos por la Eucaristia, purificados por la .absolucion en la Penitencia, asistidos en su nueva mision de esposos y procrea-dores en el Matrimonio o en la otra de pastores de almas en el Orden sagrado. Y, por otra parte, la Iglesia, como Cuerpo mistico, es santa en su Cabeza, en su Alma, en su Ley, en su doctrina y en muchos de sus miembros. Esto si, por cuanto no hay que despreciar a los miembros inferiores yi que muchas veces «los miembros que parecen mas &biles son los mas necesarios» (la Corintios 12,22) porque con su vida humilde, santa, escondida, vivida y ofrecida por Coda la sociedad de los cristianos, contribuyen al aumento de los te-soros espirituales de todo el Cuerpo mistico y tambien porque «Dios dispuso el Cuerpo de forma que se de un honor mas subido a los miembros que carecen de el» (P Corintios 12,24). Es decir, que El extrae frecuentemente los santificadores de aquellos que con la accion y el ejemplo llevan innumerables almas a Dios, de aquellos que son «los mas insignificantes» en el Cuerpo mistico, sin grados ni ordena-ciones sino ricos en santidad al hallarse identificados con Cristo en todos sus actos. Si, la Iglesia, como sociedad de fieles que de verdad son tales, es santa por su Cabeza santisima y nunca la santidad que desciende de la Cabeza y circula por todos sus miembros quedard agotada totalmente. Mas no todos los miembros son santos,ya que el hombre, por mas que sea catolico, es hombre y hombre continua siendo aunque pertenezca a la Iglesia en una cualquiera de sus par-tes.
Cuando son muchos los miembros que han llegado a ser «hombre racional» y no «hombre divinizado», entonces la Iglesia experimenta un periodo de postracion del que mas tarde resurge porque Ella misma comprende que es preciso levantarse para hacer frente a los enemigos exteriores e interiores, los enemigos manifiestos que trabajan abiertamente al servicio del Adversario y del Anticristo, y los enemigos sutiles que resquebrajan el edificio de la fe y, en consecuencia, enfrian la caridad al querer aplicar una version nueva a los misterios y prodigios de Dios mediante esas «profundidades de Satands y del espiritu del mundo» de las que ya se hablo. No digan quienes tan dados son al orgullo: «La Iglesia no puede llegar a eso porque • siempre sera Santa». Esta dicho, tanto por la palabra divina hablando por boca de los Profetas como por la divina del Padre encamada hablando a sus ele-gidos, que llegaran .al Templo grandes abominaciones, como la envi-dia, y horribles abominaciones, como la adoracion de idolos humanos (siendo uno de ellos la ciencia privada de sabiduria) y la perversion con la adoracion de lo que no debe venerarse» (Ezequiel 8,1-17) y que, «Una vez que Cristo haya sido matado y ya no sea pueblo suyo el que le renegara, la ciudad y el santuario serail destruidos por un pueblo que llegara y cuyo objetivo sera la devastacion. Y, una vez que esta haya terminado, vendra la desolacion decretada... siendo menos las hostias y los sacrificios, asentandose en el templo la abo-minacion de la desolacion que durard hasta el fui» (Daniel 9, 26-27) y, como directa confirmacion por parte de la Palabra de las palabras de sus anunciadores, los profetas: «Cuando veais la abominaciOn de la desolacion en el lugar santo... entonces la tribulacion sera grande, cual no .10 fue desde el principio de los siglos... y despues de- la tri-bulacion... velar' al Hijo de Hombre» (Mateo 24,15-21-2) y 30). Y el enfriamiento de la caridad en demasiados corazones sera uno de los signos precursores del fin (Mateo 24,12). Vendra como esta dicho. iAbrid vuestros ojos espirituales para leer las predicciones del Cielo! Si los abrieseis, leeriais la verdad y veriais cuales son los verdaderos signos del fin y como este se en-cuentra ya en acto. Para Aquel que es etemo, un siglo es menos que un minuto. De aqui que no se diga que ha de ocunir maiiana. Mas si bien ha de ser todavia largo el camino hasta que todo se cumpla, lo que hasta el presente ha sucedido os viene a indicar que ya se ha iniciado la recta final. Las grandes abominaciones: la envidia entronizada endonde tan solo debiera haber caridad fraterna; el excesivo amor a la ciencia hu-mans endonde unicamente habria de existir un fiel amor a la Sabidu-ria, fuente de la Revalacion; los compromisos entre lo que propor-ciona utilidad terrena y utilidad sobrenatural para conseguir una utilidad inmediata; Cristo al que se le da muerte en tantas almas y el haber renegado la mayor parte de su pueblo de su Salvador, estos constituyen los elementos preparatorios. Despties «el pueblo que vendra» con el fin de devastar. Otro pro-feta dijo: «Cuando el pueblo del septentrion... Un gran tumulto de las tierras del septentrion... He aqui que viene del septentrion... (Jeremias 6,22; 10,22; 50,41). Una y otra predicciOn son tan claras que, para entenderlas, basta con alzar los ojos, saber ver y querer ver. Y Zque es lo que devastard? iOh!, no solo los edificios y territo-rios sino principalmente la fe, la moral y las almas. Y no todas las almas devastadas serail almas comunes. Los sacrificios y las hostias disminuiran, no habiendo ya libertad de culto, temiendo muchos ser apresados por ello. Ahora mismo, aun no estando todavia en acto la devastaciOn y la persecucion, hay muchos que reniegan de la vida que escogieron porque la abominacion se extiende como perfida gra-minea y se enfria la caridad al tiempo que surgen los falsos profetas de los que habla Cristo en el capitulo 24 de Mateo y en el 20 de la 2a epistola de Pablo a los Tesalonicenses. Por ahora, esos tan solo. Mas despu-es vendra aquel a quien ellos preceden: el Anticristo al que ellos habran preparado el camino debi-litando la caridad, al igual que el Bautista preparo los caminos a Cristo eseliando la caridad de la que se encontraba lleno,«11eno del Espirtu Santo desde el seno de su madre» (Lucas 1,15) como medio indispensable para poderse unir a Cristo y vivir la vida de Dios. (Sobre las ensetianzas del Bautista acerca de la caridad, ver Lucas 3,10-14). En verdad, la caridad es la ligadura que mantiene unida la comu-nidad catolica con Dios y con los hermanos. En ella y por ella per-siste la union que constituye el alimento de las almas, su santifica-cion y la de cada vez nuevas almas. Si llega a faltar la caridad-entra a ocupar su puesto el amor propio, siendo esta la diferencia entre ambos amores. El amor verdadero y santo, mandado y aconsejado por Dios, es btisqueda de Dios, reconocimiento de su omnipotencia visible en to-das las cosas y elevacion hacia Dios. Todo le sirve para esta eleva-cion a quien tiene en si la caridad que es piedad activa para todas las necesidades del projimo, pues en todo prOjimo la caridad nos hace ver a un hermano sintiendo a Jesus en el, a Jestis que padece con los sufrimientos del pobre, del enfermo, del perseguido o tambien porque ye que un hijo del Padre se esta volviendo hijo prodigo que deja la casa de Padre por it en busca de un falso bienestar y sufre igualmente porque hay quien duda de tener un Padre buenisimo a fin de que no taiga en desaliento ni en pecado. El amor propio, en cambio, es btisqueda de si mismos, es suce-sivo amor hacia si mismos, es action realizada para glorificarse a si mismos a los ojos del mundo. Y, de aqui nacen la concupiscencia de la came, la concupiscencia de los ojos y la soberbia de la vida; y de esta planta de tres ramas brotan despues la vanagloria, is dureza de corazon, la soberbia, el frenesi por las humanas alabanzas, Ia hipro-cresia, el espiritu de dominio y la persuasion de saberse guiar por si mismos desechando todo mandato o consejo del Amor y de quien habla en nombre del Amor. Se creen libres y reyes porque, a su parecer, no hay quien sea mejor que ellos, puesto que siempre, segtin ellos, se encuentran ya consolidados en las cumbres del saber y del poder. Por el contrario son esclavos, cual ninguno lo es, de si mismos, del enemigo de Dios. Esclavos, siervos, desnudos y ciegos. Esclavos de si mismos y sier-vos o esclavos del enemigo de Dios. Desnudos de los vestidos orna-mentados, de los vestidos de las nupcias con la Sabiduria, de los candidos vestidos para el convite de los cielos y para seguir hosan-nando tras el Cordero. Ciegos o cuando menos miopes por haber gastado su vista en intitiles investigaciones humanas. A esto llegan por haber renunciado a la primogenitura, es decir, a la mas alta filiation, la de Dios, por un pobre plato de lentejas, alimento terreno. Y es plato de lentejas la sustitucion de las obras sapienciales, sobrenaturales y, sobre todo, de la Gran Revelation que ha de ser aceptada y creida sin restricciones. Es plato de lentejas el sustituir esto con libros cientificos que, por perfectos que sean, son siempre libros escritos por un hombre. Podran tal vez parecer mas claros y, sin duda, mas comprensibles para quienes tan solo saben leer la letra quedandose en la superficie de las cosas, para quienes, por su propia pesantez, no alcanzan a profundizar mas; pero no transforman al hombre, no le Ilevan a lo alto. Los libros inspirados, en cambio, esos libros de los que Dios es el Autor, son medios de transformation y de elevaciOn,de union en Dios y con Dios para quien los sabe leer.
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